Ray Zubiri
Bruno Ramos, sordomudo; Haonê Thinar, con amputación de pierna; Juliana Caldas, con enanismo; Pedro Fernandes, con parálisis cerebral y capacidad cognitiva conservada, quien usa silla de ruedas, y Jadson Abrãao, actor e intérprete de lenguaje de señas, hacen posible “Mi cuerpo está aquí”.
Es una puesta en escena reflexiva e impactante que visibiliza una realidad que la sociedad evita.
Conversé con Clara Kutner, carioca y directora activa de cine, televisión, teatro y danza, quien, junto con Julia Spadaccini –quien es sorda oral–, realizó la dirección y dramaturgia de esta obra de teatro de Brasil para el mundo.
Clara se licenció en Cine por UNESA/RJ y realizó su primer año de formación en la escuela TAI de Madrid en 1997.
Su trabajo más reciente en audiovisual fue como directora de la serie Pedaço de Mim para Netflix, cuyo estreno está previsto para este año.
Su primer cortometraje Bukowski o Perro, ¿Dónde está tu alma? ganó premios en los festivales de Curitiba y João Pessoa en 2001.
A partir de 2018 comenzó a desarrollar el Proyecto SOM, Sonido del Movimiento con danza, artes visuales y tecnología para pensar la inclusión en el arte. Así desarrolló SOM, una coreografía para sordos, una instalación vibratoria que se exhibió en el Centro Cultural Oi Futuro en 2019 y Já!, una serie de videodanza de ocho episodios.
Julia Spadaccini es autora PcD (personas con discapacidad, sorda oralizada, de Río de Janeiro, licenciada en Artes Escénicas, Psicología y posgraduada en Arteterapia. A los 19 años le diagnosticaron disacusia auditiva (pérdida de audición).
Trabajó como actriz, pero, a medida que su audición empeoraba progresivamente, abandonó su carrera como actriz y empezó a escribir obras de teatro.
A sus 44 años, Julia ya escribió más de 20 obras de teatro representadas en todo Brasil. Ganadora de los premios Shell, FITA, APCA, Premio del Humor, Gran Premio de Cine Brasileño, Porta Curtas Petrobrás, Bibi Ferreira.
Hoy la escritora escucha con la ayuda de dispositivos y su objetivo es llevar a escena la diversidad PcD, muy poco abordada en la dramaturgia nacional.
Kutner, en una amena charla desde Río de Janeiro, me habló de cómo fue el proceso de ir llevando a la realidad esta obra de teatro, de lo que implica dirigir a un actor sordomudo, los retos de la comunicación y de construir un proyecto que hoy traspasa fronteras.
Llega a México a través del Festival Internacional Cervantino y saca de su zona de confort al espectador.
Meu corpo está aquí, título original en portugués, es un espectáculo teatral basado en las experiencias personales de actrices y actores PcD, en el que ellos mismos aparecen en el escenario hablando abiertamente de sus relaciones, de sus cuerpos, de sus deseos.
“Se trata de un tema inédito en escena y profundiza en el reflejo de estos cuerpos marginales, sofocados y socialmente negados. El cuerpo de una persona con discapacidad casi nunca se explora como objeto de amor o sexo, ya sea en el escenario, en la televisión o en el cine; esa es la realidad” me dijo Clara.
El ejemplo arrastra y es el caso de este montaje, y quién mejor para dar fuerza a este discurso que un elenco integrado por personas con diferentes discapacidades.
Ellos son los protagonistas. La ficción entra como elemento reflexivo, ya que conecta al público con las similitudes que hay entre todos y que están encubiertas por los prejuicios y el desconocimiento.
Las personas con discapacidad viven en un cuerpo y en una esencia viva. No necesitan disfrutar de sus historias en silencio ni ser infantilizados en intentos de borrador que se remontan a concepciones culturales e históricas de lo que se considera “normal”.
“La pieza ofrece al espectador un acercamiento a la intimidad, pero, sobre todo, a la vitalidad y poder de estos individuos”, dicho por Claudia Marques, quien está en la Dirección de Producción y Coordinación General de Proyectos.
La dirección logra una penetración de las experiencias, como una lupa cercana a estos cuerpos.
Con 36 piezas en su haber, Claudia Marques (Fábrica de eventos) contribuye a la expansión y difusión de la cultura carioca en Brasil y otros países desde hace 31 años.
En las artes escénicas fue productora durante ocho años de espectáculos de la reconocida Compañía dos Atores, incluido el premiado espectáculo Melodrama dirigido por Enrique Díaz.
Si la obra fuera una película, diríamos que la cámara estaría en primer plano, detallando a estos actores; todas sus dimensiones y perspectivas sobre la sexualidad y sus cuerpos.
De esta manera, todo lo que se ve en el escenario está colocado de manera que el elenco siempre destaque.
Es una pieza de texto y cuerpo, con un enfoque en lo físico.
Este es un proyecto donde el arte mezcla la idea de inclusión, porque queremos difuminar los conceptos de discapacidad, ¡ya que todos somos diferentes!
Las particularidades físicas deben ser más respetadas en la sociedad y queremos que el público vea trabajos que van más allá del concepto de accesibilidad.
En la cultura sorda se dice: “la sordera no es un defecto, es una característica”.
El teatro es un gran impulsor de diversidad y esto es más que hacer algo accesible, ¡porque el arte no tiene prejuicios!
Durante la obra, está la presencia de un actor sordo y de un actor/intérprete de lengua de signos en todas las sesiones, permitiendo que la disfrute la mayor cantidad posible de personas.
Algo que me pareció muy interesante es que, cuando ellos salen a presentarse en otro país, hacen una serie de sugerencias para una total accesibilidad.
Recomiendan que la producción local organice al menos una sesión con un intérprete Libra en la lengua de signos local.
Se recomienda que también haya accesibilidad para personas con trastorno del espectro autista (TEA) y una sesión con una audio descripción, y queda claro que el espectáculo debe realizarse en un espacio con total accesibilidad de movilidad para miembros del público y del elenco en silla de ruedas.
Mi cuerpo está aquí es un montaje que nos invita a todos a salir de nuestra zona de confort. Y cuando digo a todos es a absolutamente a todos: personas con discapacidad y sin ella, ya que todos, absolutamente todos, somos diferentes entre sí, unos de otros.
Pero también, que los límites y las barreras las empezamos poniendo nosotros mismos y sólo habitan en nuestra mente.
La columna de esta semana ha terminado. Pueden ir en paz.
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