Victor de Regil
Una vez terminado el periodo vacacional, en la BUAP se acelerarán, forzosamente, los tiempos políticos de la sucesión rectoral.
Y es que, recordemos que es en el mes de octubre cuando se lleva a cabo el tercer informe de la Dra. María Lilia Cedillo, rectora de la BUAP, un evento que tradicionalmente marca el banderazo de salida.
Sin embargo, esta vez dicho momento ocurrirá mucho antes. En concreto, el próximo 14 de agosto, cuando ella y el gobernador Sergio Salomón encabecen la inauguración de Ciudad Universitaria 2 (CU2), que se trata de una monumental obra que marcará un antes y un después en la vida académica de la máxima casa de estudios del estado, un legado para las presentes y futuras generaciones de poblanas y poblanos, que solo se valorará en su justa dimensión con el paso de los años.
Por supuesto que en dicho evento ni una sola palabra se dirá sobre lo que es obvio: el proyecto reeleccionista de Cedillo Ramírez, pero el hecho hablará por si solo, sin necesidad de mayores interpretaciones.
Como lo suele ser la rectora, de bajo perfil mediático y muy poco protagonista, ajena a las “grillas” y a las intrigas que se tejen constantemente más allá de las paredes del Edificio Carolino, enfocada al cien por ciento en lo académico, la rectora ha devuelto la estabilidad y la dignidad a la institución que encabeza, y a diferencia de varios de sus antecesores, ha evitado al extremo contaminar la vida universitaria con las típicas relaciones con los partidos políticos y la vida pública/política de nuestro Estado.
Tras su informe, vendrá la glosa de este por parte del Consejo Universitario, la máxima autoridad de la BUAP; posteriormente, la discusión y eventual aprobación del presupuesto 2025, y a partir de ese momento, la sucesión estará encarrilada.
Para nadie es un secreto la excelente relación BUAP-Gobierno del estado. Cedillo Ramírez logró reestablecer y normalizar lo que se había descompuesto, y descompuesto gravemente, a grado tal que el anterior rector, Alfonso Esparza Ortiz, tuvo que poner tierra de por medio, pues estuvo a muy poco de ser preso político del barbosismo.
CU2 es solo la máxima expresión del trabajo en equipo y de la voluntad y sensibilidad de Sergio Salomón, quien muy rápido entendió la importancia de colaborar con la BUAP y de brindar todo el apoyo del Estado a la rectora.
A ello ha contribuido notablemente el sólido nexo existente entre el gobernador y el secretario general de la universidad, José Manuel Alonso Orozco, desde los tiempos en que el mandatario fungió como presidente municipal de Tepeaca, donde, gracias a ello, se logró instalar un campus de la BUAP.
Alonso, de hecho, es figura clave para la reelección de la Dra. Cedillo Ramírez, pues por su tamiz pasa casi la totalidad del Consejo Universitario, precisamente el órgano encargado de nombrar al rector o a la rectora, previa auscultación de la comunidad universitaria.
Hoy en la BUAP, al parecer, no sólo no hay oposición al frente; o no al menos una oposición seria y fuerte.
Salvo dos o tres directores de unidad académica, enfocados en sus intereses particulares, no hay un grupo que pueda verse como una “amenaza”.
Tampoco hay organizaciones estudiantiles que, como en el pasado reciente, puedan intentar desestabilizar para ganar posiciones y privilegios. Las que existían, se debilitaron o de plano se extinguieron.
Está la maestra Guadalupe Grajales, una docente del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades que ya buscó la rectoría, pero naufragó rotundamente y hoy poco representa al interior de la BUAP; tal vez esta vez lo intente de nuevo, aunque se ve muy cuesta arriba, dado que no tendría el respaldo ni del citado ICSyH.
No hay candidato visible del SUNTUAP; de hecho, no lo ha tenido desde los tiempos de Guillermo López Mayo, fallecido en enero de 2022.
Así que, en esencia, la mesa está puesta para la reelección de Cedillo Ramírez, quien deberá consolidar lo hecho hasta hoy y quien además deberá convivir con un nuevo gobernador, Alejandro Armenta Mier, a partir de diciembre.