¿Qué cosa sucede con el apagón?

 

Los apagones que hemos vivido en casi todo el país, incluido, lamentablemente a Puebla, parecen ser el preludio de la crisis energética que el actual gobierno heredará al siguiente, y desde luego a todos los mexicanos.

“Fue por el calor”, explica el Presidente pero, decir que el consumo de energía aumenta en los meses de calor es una obviedad. Ocurre todos los años.

Entonces, ¿qué cosa sucede con el apagón? Sucede que en este sexenio no se han hecho nuevas centrales de generación de energía eléctrica: las que entraron en funcionamiento en 2019 las hizo el gobierno anterior. No hay nuevas plantas y el sistema irá siendo rebasado por la demanda de energía.

La realidad es que atravesamos por una “parálisis energética” debido a que el actual gobierno es el primero que no logró hacer nuevas centrales para aumentar la disponibilidad de energía eléctrica que requiere el país.

El mundo, y por tanto también México, es cada vez más eléctrico, y en lugar de producirla y hacer más líneas de transmisión, el gobierno ha usado la necesidad de energía eléctrica como un instrumento de control político.

Y es que, este modelo de usar a la energía como instrumento de control y no como insumo indispensable, consiste en que el gobierno es el que genera, transmite, distribuye, comercializa, y también decide quién invierte, cuándo, dónde y con quién se asocia.

En pocas palabras: el gobierno, con criterios políticos o conveniencias y compadrazgos, decide quién tiene acceso a la energía y quién no.

Para las grandes empresas que piensan instalarse en México, la incertidumbre de abastecimiento de energía eléctrica es fundamental. Y con fuentes de energía limpias, amigables con el medio ambiente.

Todos estos elementos se van a traducir, en su momento, en oportunidades perdidas, empleos que pudieron generar, en apagones, interrupciones, y baja en la calidad del servicio. México ha ido perdiendo oportunidades. Es un sexenio de oportunidades perdidas.

Y también de pérdidas económicas. México debería ganar dinero, y mucho, con su industria energética. Pero, contra toda lógica, pierde.

Durante los gobiernos anteriores CFE ganaba dinero. Ahora que se ‘rescató’ CFE, el panorama es deficitario.

En 2022, por citar un ejemplo, CFE perdió 39 mil millones de pesos, y además el gobierno le dio 82 mil millones de pesos. Perdió 39 mil millones y encima te tuvieron que dar 82 mil millones de pesos para tapar el pozo.

Ha subido, también, la dependencia de gas natural importado, ante la incapacidad de Pemex para producirlo. Se lo compramos a Texas, donde hay “una revolución del gas”, que lo exporta a medio mundo.

Y aquí surge la pregunta, ¿por qué México tiene que exportar gar?, ¿acaso en nuestro país no hay? La respuesta es obvia: Claro que lo hay. Ahí está esperando a ser extraído en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua… También están los ductos que pueden transportar ese gas. Los ductos no distinguen nacionalidad para mover el gas.

Entonces ¿Qué pasó? Lamentablemente las rondas de licitación de gas natural fueron detenidas por esta administración.

El ‘rescate’ de CFE nos ha hecho más dependientes del exterior, más vulnerables, y menos eficientes porque la producción de energía es cada vez más insuficiente para satisfacer las necesidades de la industria y de los hogares.

Gran parte del gas que consumimos los mexicanos viene del fracking. Se extrae en Texas. Se podría extraer en Coahuila, Tamaulipas, en Nuevo León, en Chihuahua. No se hace porque este gobierno detuvo la implementación de la reforma energética que abría este sector a la competencia.

Nos quedamos con un monopolio del Estado que produce energía eléctrica con fuentes contaminantes, cara e insuficiente para las necesidades del país.

Y en México hay gas, sol, viento, vapor subterráneo y petróleo: todo para ser una potencia en generación de energía.