Por Gabo Guillermo
Vivimos en un mundo donde a menudo nos encontramos luchando por encajar en expectativas predefinidas y seguir patrones establecidos por la sociedad.
Sin embargo, en medio de esta constante presión por conformarse, surge la pregunta fundamental: ¿Cuál es el valor de ser auténtico? Ser auténtico implica vivir en congruencia con nuestros valores y creencias más profundos, resistiendo la tentación de comprometer nuestra esencia por el simple deseo de ser aceptados. La autenticidad no se trata de ser perfecto, sino de ser genuino y real en nuestras acciones y expresiones.
Además, la autenticidad promueve el crecimiento personal. Al enfrentarnos a nosotros mismos con honestidad, reconocemos nuestras fortalezas y debilidades, lo que nos brinda la oportunidad de aprender y evolucionar. La autenticidad nos empuja a salir de nuestra zona de confort, enfrentar nuestros miedos y abrazar nuestro potencial completo.
La sociedad a menudo valora la originalidad y la creatividad, y ser auténtico es la base de estas cualidades. Cuando nos permitimos ser verdaderamente quienes somos, liberamos nuestra creatividad y contribuimos con ideas únicas al mundo. La autenticidad no solo beneficia a la persona individual, sino que también enriquece a la sociedad al fomentar la diversidad de pensamiento y la innovación.
A pesar de estos beneficios, ser auténtico puede ser un desafío en un mundo que a menudo premia la conformidad. La presión social y el miedo al rechazo pueden tentarnos a ocultar nuestra verdadera identidad. Sin embargo, es fundamental recordar que la autenticidad no solo es un regalo que nos damos a nosotros mismos, sino también a los demás y al mundo en general.
Cuando te gana la presión social, dejas de ser auténtico, cuando dejas de ser auténtico, los demás serán escépticos con tu actuar desde ese momento y en adelante; por mencionar algunos casos: cuando militas en un partido político jurando que jamás lo abandonarás y al cabo del tiempo si cambias de bandera, o cuando haces algún negocio con la empresa que decías que no comulgabas con sus valores, o cuando traicionaste a un anterior aliado o amigo por buscar salir bien librado de cierta situación (egoísmo e inseguridad).
En conclusión, ser auténtico nos permite vivir una vida más plena y enriquecedora, donde nuestras acciones y decisiones reflejen verdaderamente quienes somos. En un mundo que a menudo nos insta a conformarnos, la autenticidad se convierte en un acto revolucionario de amor propio y valentía.
Gabo Guillermo
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