Victor de Regil
Se han cumplido las primeras semanas en que arrancaron las campañas electorales locales y, salvo algunos chispazos, pareciera que en algunas trincheras apenas están calentando motores, mientras en otros la intensidad de recorridos, pronunciamientos y presencia, en aire y en tierra, en busca de votos, está desde el primer día. A todo esto, sin importar quién hace mejor campaña, pareciera que nada se ha movido.
Como desde mucho antes del arranque formal del proselitismo, hay un claro puntero. No se ve cómo las cosas puedan modificarse en la ruta a Casa Aguayo.
Desde julio del año pasado, con los procesos internos de Morena y los amagos en otros partidos, hemos visto demasiadas campañas.
La etapa electoral, restringida a un calendario por las autoridades, como nunca, ha sido pasada por alto por partidos y aspirantes.
¿Qué tan hartos estamos los ciudadanos de las campañas? ¿Incidirá ese hartazgo en el resultado de las urnas?
Por lo pronto y tras las primeras semanas de campañas oficiales a la gubernatura, alcaldías y diputaciones locales, pareciera que ni unos ni otros, de los tres bandos en competencia, se han animado a echar toda la carne al asador aunque, ciertamente, aún no llegamos ni a la mitad de la campaña.
En corto, algunos prometieron que, una vez que la ley lo permitiera, iba a haber encontronazos. Que lloverían acusaciones. Campañas sucias. Guerra de contraste. Y al momento no ha habido nada o al menos no mucho hemos visto. Al menos en lo que respecta a las campañas sucias, qué bueno que así ha sido.
Pero realmente ninguno de los candidatos, directamente, ha querido subirse al ring y, en los pocos momentos en que alguno ha querido soltar golpes, solito recula.
Lo que respecta al morenista Alejandro Armenta sigue al pie de la letra el manual y administra su ventaja. No voltea a ver ni a Eduardo Rivera Pérez, del PRIANPRD y PSI, ni a Fernando Morales, de Movimiento Ciudadano.
Para los encontronazos, desde su war room, se ha diseñado un esquema de voceros. Dos o tres veces por semana, ellos y ellas son los que se suben al ring con Eduardo.
En tanto, el ex alcalde Eduardo Rivera, ha tratado de provocar al candidato puntero, pero Alejandro Armenta nada más no se ha enganchado. Hace unos días, con ironía, Eduardo Rivera le ofreció a Armenta una tarjeta para que sea beneficiario de su programa Salud Contigo. Armenta no lo peló ni volteo a verlo.
De igual manera, Enrique Doger, uno de los voceros armentistas, se había lanzado fuerte contra el ex alcalde, en un tema de tú a tú. El ex priísta lo retó a un debate de ex presidentes municipales y, muy a su estilo, le puso apodo: “El Toluco Rivera”. Salvo episodios aislados como este, nada extraordinario ha pasado.
Si usted es de los que anhelaba pirotecnia en los discursos, dardos envenenados y miradas de fuego entre los abanderados, por lo menos estos 15 días nos quedamos esperando.
Antes, el 12 de mayo, habrá un debate oficial entre los tres aspirantes a la gubernatura. Si el tono es el mismo que hasta ahora, tampoco veremos un gran espectáculo.
Pero puede ser que este clima le venga mejor a Puebla y al país, en medio de atentados e inseguridad, durante el proceso.
Que no cambie nada, a pesar de las campañas, pareciera conveniente para todos. Aunque hay quien pensará que algo puede pasar, todavía. Y sin embargo, se mueve, será la esperanza de algunos.