Morales Alducin, ve un PRI fuerte en Puebla

P U L S O    P O L I T I C O

Gabriel Sánchez Andraca

 

 

 

            Jorge Morales Alducin, aspirante por tercera vez a la candidatura del PRI para la presidencia municipal de esta capital, dice que Néstor Camarillo e Isabel Merlo Talavera, presidente y secretaria general del PRI en el Estado, son muy buenos dirigentes y que espera que cambien las reglas del juego para designar buenos candidatos a diputaciones y presidencias municipales para las elecciones del 2021.

           Considera que ya no deben designarse candidatos por amistad o compadrazgo y menos venderse las candidaturas, sino escoger a miembros del partido, que hayan demostrado capacidad, oficio político, sensibilidad política y social, y trabajo partidista.

            Tiene la firme esperanza de que así será, pues ve en los dirigentes buenas intenciones para cambiar las cosas. Además considera que su partido está fuerte y que los militantes participarán con entusiasmo en las actividades del PRI, encaminadas a ofrecer a la ciudadanía, un grupo de candidatos que garanticen un trabajo honesto y patriótico desde los puestos públicos que ocupen.

            LASTIMA QUE PARA UN PROCESO ELECTORAL como el que se avecina, no bastan las buenas intenciones de los dirigentes jóvenes, maduros o viejos, sino la estructura, la organización, la unidad interna y la disciplina de los partidos que son como ejércitos cívicos que van a emprender una batalla para conquistar el poder.

            El PRI, como también dice Jorgito Morales Alducin, fue un muy buen partido que lo tuvo todo, hasta el grado de haber gobernado a México desde la última junta auxiliar o comisaría municipal, como ya le hemos comentado, hasta la presidencia de la república. En los gobiernos que presidió a nivel nacional y estatal, creó instituciones sólidas que dieron origen a las clases medias y que rescataron a obreros y campesinos de la explotación, de la falta de seguridad social y de apoyos para la realización de su trabajo. Era un partido que nació con una gran vocación social, pues fue producto de una Revolución, la de 1910, que derribó a una dictadura represiva, que se había entregado al servicio de los grandes hacendados y de los capitales extranjeros que explotaban nuestras riquezas y al pueblo humilde que estaba olvidado completamente para los servicios educativos y de salud.

           LLEGO EL NEOLIBERALISMO Y NOS ALEVANTÓ: Los hijos de altos funcionarios priístas que fueron enviados a cursar estudios de doctorado a universidades estadounidenses, llegaron al gobierno para destruir lo que habían ayudado a construir sus padres y llevar al país, según decían, al primer mundo. Algo completamente irreal.

           Empezaron por abolir del discurso oficial, toda referencia a la Revolución y a las invasiones estadounidenses a nuestro territorio, en especial la de 1847, por la que perdimos más de la mitad del territorio nacional.

           Pretendieron acabar con el PRI como representante de los campesinos, obreros y clases medias y de hecho acabaron con esos tres sectores que fueron pirar del priísmo de los años cuarenta, cincuenta…..hasta los años ochenta en que llegaron los neoliberales.

           De hecho los acabaron, pues en las últimas elecciones, las del 2018, Morales Alducin recordará, el sector campesino de Puebla, bueno sus dirigentes, se afiliaron a Morena; el sector obrero representado básicamente por la CTM y la FROC-CROC, también emigro del PRI y el sector popular, la CNOP, fue desaparecida desde que el señor Carlos Salinas de Gortari todavía gobernaba al país. No le dio tiempo de formar su propio partido, Solidaridad, como eran sus intenciones.

          La ideología priísta fue borrada en lo oscurito y en los hechos se sustituyó por el neoliberalismo económico, que logró en poco más de 30 años, concentrar la riqueza en pocas manos y aumentar la pobreza en grado ya insoportable para el pueblo.

         El PAN, DE DERECHA Y EL PRI, LIBERAL, entraron en contubernio y resultó que los panistas fueron  peor que los priístas. Fueron ellos los que dejaron la inseguridad y el alto índice de criminalidad que todavía padecemos.

         Los gobiernos de Fox y Calderón fueron tan malos, que el primero perdió en la primera mitad de su mandato 50 escaños en el Congreso Federal y tuvo que hacer abiertamente fraude electoral, para dejar en la presidencia a su sucesor Calderón, que acabó de desprestigiar al PAN, un partido conservador pero que nació con buenas intenciones de democratizar al país, pero que acabó alquilándose como franquicia de los grupos empresariales más derechistas, después de que el gobierno priísta de López Portillo, nacionalizó la banca.

         El PRI recobró el poder en el 2012, pero siguió en la línea panista y ni siquiera pudo poner como candidato a la presidencia, a un buen priísta, que los había, sino a un ex funcionario panista y priísta, magnífica persona y buen servidor público, pero sin identidad política. Muchos priístas ni siquiera votaron por él y el PRI cayó al tercer lugar en la elección.

        Para que pueda recuperarse en Puebla y en el resto del país, necesita empezar un trabajo de reconstrucción desde sus cimientos. Hablar de su vieja historia está muy bien, pero sin olvidar los últimos 30 años que han sido causa de su debacle. Los priístas están obligados a no salirse de la realidad.