MARÍA CARLOTA ENCIZO RODRÍGUEZ. Maestra, nació en el municipio verde de Marsella Risaralda, Colombia. Incursionó en la literatura aun siendo muy joven; ha difundido sus obras en diferentes antologías como Primero, Segundo y Tercer encuentro de Escritores de Dosquebradas Risaralda (AEDOS) y en las antologías: La Memoria es una forma de luz y Silabario del tiempo (de la Fundación Academia Colombiana de Historia, Literatura y Arte). Participó en la Primera y Segunda Antología Internacional de Poesía Sabersinfin. Dos obras inéditas próximas para publicar: Expresiones artísticas en construcción de ciudad y la novela Anameva EPS (Espere por ahí sentado). Ha pertenecido a grupos de investigación privados y realizado publicaciones literarias en diarios locales, en los géneros ensayo, relato y poesía.
Loka
Las vi… allí estaban amotinadas
mirando de reojo queriendo expresar
secretos del pantano.
Sus rostros crispados hacían muecas
tenían ojos desorbitados y dientes ajustados
al entreabrir la boca.
Movíanse con audacia extraordinaria
de viento silbante; cuadros de abuelas
en máscaras de arcilla colgantes
en tapias o trozos de pared.
Fungían secretos entre algunas,
mostrándose silentes para otras,
inconsciente abrían sus labios,
levantaban cejas, se estiraban
y encogían, desatando murmullos
continuos y confusos.
Eran trece: siete y seis asomadas
en espejos de agua; se descolgaron
las miré me observaron en momentos
tenebrosos de juicio imaginado,
entre espantos y fantasmas.
¡Cuán almas errantes salieron despavoridas
cerrando postigos! tambaleantes cayeron
en profundidades existenciales
aferradas entre sí, sin decir
nada ni preguntar nada.
Lince tan cálida como traviesa
con melena frondosa corría
de atrás para adelante con reversa,
enredada en fantasía imbécil de retratos vagos.
Traspasó la esquina a
pasos gigantescos, clavando sus ojos
vidriosos abiertos y ausentes de toda expresión.
Solo dejó ver su corta cola
en reflejos repentinos bajo
la lumbre de un candil.
Lloró y gimió tejiendo la soga que
habría de ahorcarla, se dio más prisa
y la seguían los perros, se detuvo
y la asustó la sombra.
Los sentidos alertaron una
extraña alucinación, un sueño
una realidad ¡profundo silencio fuerte y extraño!
Tomó con fuerza su garrote
destrozando la esencia de sus caretas
que recibió el río.
Y… siguiendo la luna llena
con actitud inescrupulosa
despertó plácida y sonriente
con una sonora y despampanante carcajada.