Abel Pérez Rojas
Hay veces que el frío cala más, los expertos saben muy bien por qué, pero quienes empíricamente tratan de explicar el fenómeno se lo atribuyen a múltiples causas.
Ella, la mujer de abundante cabellera, cree que cada vez que el frío le atormenta la osamenta, es porque algo no tan bueno se avecina.
Por cierto, el frío percibido más intenso de lo normal ha coincidido últimamente, según Lucía, la bella morena de frondosa melena, con los sismos cuyo epicentro no han sido notificados anticipadamente por las aplicaciones especializadas, debido a que han tenido su origen en puntos sin sensores.
II
Más allá de su capacidad para presagiar malos sucesos a partir del efecto gélido en sus huesos, Lucía es una estudiante muy dedicada de Ciencias Forenses.
Su inclinación por las cuestiones criminalísticas surgió a la par de su afición por Los expedientes secretos x, la exitosa serie de televisión norteamericana que cautivó al público de los años noventa.
Lucía siempre se imaginó siendo en la vida profesional futura una combinación de los agentes Mulder y Scully, pero en versión mexicana, porque siempre estuvo consciente que, en la vida real, su vida real, los victimarios casi nunca reciben justo castigo ni hay dos bandos claros de “buenos” y “malos”.
Rodeada de tecnología de punta, Lucía fantaseaba encarcelando a asesinos seriales, esclareciendo delitos cuasi imposibles de resolver y realizando aportes para las nuevas generaciones de investigadores.
III
Las horas se han ido como parte de un río en declive, sin que Lucía se percaté de que casi es la hora de que cierren la biblioteca universitaria.
Cada vez se siente más inmersa en el lúgubre mundo de la investigación criminal.
Como parte de sus prácticas profesionales se ha incorporado en la investigación de una serie de feminicidios cometidos en las colindancias entre los estados de Puebla y Tlaxcala.
Ha empezado a encontrar varios elementos que le han llevado a pensar que hay elementos de la corporación involucrados en la ola de feminicidios.
Mientras los medios de la nota roja siguen dando cuenta de las víctimas y las plumas a sueldo piden la cabeza de ciertos jefes policiacos, Lucía se percató que hay elementos ritualísticos, elementos de odio y puntos comunes entre las víctimas.
No es fortuito que todas las difuntas hayan sido deportistas, zurdas, saludables y sin ningún vicio.
Pero tampoco es casual que todas provinieran de familias de escasos recursos y que llegaron a esta zona para emprender una mejor vida.
Mientras espera que su laptop termine de realizar el proceso de apagado, lee con detenimiento un poema poco común muy vinculado con su quehacer:
Con velocidad de tortuga longeva / recorre segundo a segundo lo sucedido, / la mortecina luz de la vela amarillenta enmudece / ante la escena sincera que atestigua. / El espejo antiguo rematado en estuco / que perteneció a la abuela le abre sus brazos / para que se confiese consigo mismo. / Su prolongada uña ensangrentada / del dedo índice derecho / abre lado a lado cada arruga / de su rostro indiferente, / mientras sus labios secos / maldicen la contención que pudo ser y no fue. / Un acto de sangre fría / combinado con crueldad, / episodio que algunos llaman conversión / y otros le dicen nulo remordimiento. / La luz se extingue, / la oscuridad reina / y se fuga la tranquilidad. / Un cuadro puntual / de lo que pasa en sus adentros: / otra alma extraviada, / una nueva migraña social, / otro renglón torcido, / un criminal más / que impune recorrerá las calles / como si nada debiera, / como si la vida / que hace unas horas cegara / valiera nada. / Así, / su torva figura se pierde en callejones lúgubres / y rincones románticos, / esperando toparse con la hora marcada / de otra víctima inocente / que engrosará / las cifras funestas / de la bestia feroz que devora mi tierra, / sí, / aquella que mis abuelos / llamaron: / suave patria. (Impune. APR. Mayo, 2019)
IV
Lucía ha llegado hasta ese oscuro y estrecho andador en el cual fue visto por última vez Brisa, la joven mujer desaparecida y luego encontrada muerta en un ducto de drenaje cercano.
Toma varias fotografías desde diferentes ángulos tratando de hallar elementos que, hasta ahora, y pese al tiempo transcurrido, ninguno de los agentes ministeriales hubiera encontrado.
El sol ha terminado de ocultarse, dos comadres ven con cierta curiosidad a la joven que toma fotografías y apuntes en su teléfono móvil.
Pese a que es veinticuatro de diciembre otra vez el tiempo ha transcurrido sin que se dé cuenta. Siente que hay una serie de pistas muy cercanas que le podrían conducir con los delincuentes.
V
Dejó el andador y titiritando caminó al filo de una de las barrancas que son vasos comunicantes entre tierras tlaxcaltecas y poblanas.
En fracción de segundos pasó por su mente su infancia, su niñez, el rostro de su madre, su capítulo favorito de suspenso, el bulto de la última joven desaparecida.
La envolvió un maldito frío que nunca había sentido.
Ese fue el último frío que sintió, ahora sigue recorriendo el borde de la barranca ayudando, en la medida de sus posibilidades, a las mujeres que caminan solas.
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojas