EN LAS NUBES
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Un consejo a todos.
El dinero y la riqueza tienen un embrujo diabólico. Suponen seguridad. Tener las espaldas cubiertas y defendidas.
Aparecen como la llave maestra que abre todas las puertas.
Por eso las personas se sienten tentadas a conseguir esa llave maestra por todos los modos y medios. Y los que la tienen se sienten tentados de usar y abusar, de acaparar avaramente, de sufrir una verdadera adicción.
En bien de ellos y nadie más,
Sí don Javier Martínez, maldita corrupción que hoy se combate estoicamente.
También el apego a la riqueza, al dinero, puede convertirse en una adicción, y muy peligrosa.
Vaya, como decía Santo Tomás: “La raíz de todos los males es el amor al dinero”.
Pero quienes lo tienen mal habido, como muchos, cuyos nombres todos sabemos son tan pobres que sólo tienen dinero.
Nosotros, con el ánimo de contribuir a la cultura cívica, la compartimos.
Y con ánimo constructivo también la historia que nos alienta cotidianamente:
22 DE OCTUBRE ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN DEL EJÉRCITO INSURGENTE LIBERTADOR, EN 1810
Día de fiesta y solemne para la Nación.
La Bandera Nacional deberá izarse a toda asta.
El Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, contribuye, como el abogado Jorge Alberto Ravelo Reyes, que proporcionó su publicación en el Diario Oficial de la Federación, a enterarnos.
En unas cuantas semanas logró conformar un ejército de miles de hombres, la mayoría de ellos combatientes escasamente armados, carentes de disciplina y desprovistos de conocimientos militares. El 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla inició la lucha por la independencia nacional en el pueblo de Dolores, Guanajuato.
Los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama aportaron su experiencia en el arte militar y la adhesión del Regimiento de Dragones de la Reina.
El resultado fue un ejército popular comandado por militares criollos y compuesto en su mayoría por mestizos, indígenas, rancheros, artesanos, vecinos de los pueblos cercanos e integrantes de milicias, provistos de algunos fusiles, pero sobre todo de armas blancas como cuchillos, espadas, machetes y lanzas, además de hondas, arcos, flechas y aperos de labranza.
Al principio, el grueso de las fuerzas insurgentes compensó su nulo entrenamiento y la falta de una estrategia, con lo imponente de su número y el incentivo ideológico de luchar contra la opresión política y social del régimen colonial.
Para proveerse de una insignia, Hidalgo tomó del santuario de Atotonilco una imagen de la Virgen de Guadalupe, que la tropa adoptó con fervor.
Los insurgentes ocuparon San Miguel el Grande y de ahí prosiguieron la marcha hacia Celaya, donde entraron sin resistencia el 20 de septiembre.
Se procedió a la fabricación de armas, en especial de lanzas, además de conseguir pólvora, procedente de las minas.
En Celaya, Hidalgo convocó al Ayuntamiento para exponer las razones de la lucha insurgente.
Los congregados reconocieron a Hidalgo como capitán general; a su vez, Allende fue nombrado teniente general; Aldama recibió el grado de mariscal de campo, y se otorgaron diversos grados para el resto de los milicianos y jefes de los contingentes.
Provistos de más de 20 mil elementos, los insurgentes partieron hacia Guanajuato, ciudad relevante tanto por su ubicación y número de habitantes, como por los ingresos que obtenía de la minería.
La acción más significativa fue la toma de la Alhóndiga de Granaditas, el 28 de septiembre.
Semanas después, los insurgentes se dirigieron a Valladolid, que ocuparon mediante capitulación, el 17 de octubre de 1810.
En esta ciudad, Hidalgo expidió el primer decreto de abolición de la esclavitud y supresión de tributos indígenas.
La organización del ejército insurgente se formalizó en Acámbaro, el 22 de octubre de 1810.
Después de pasar revista a la tropa, se realizó un consejo con los principales jefes del movimiento y se formaron regimientos de mil hombres.
Hidalgo fue nombrado generalísimo.
Allende capitán general.
Aldama, Jiménez, Arias y Balleza, tenientes generales.
Los nombramientos se dieron a conocer a la tropa que aclamó a los primeros jefes de la gesta libertaria, que concluyó en septiembre de 1821, con la consumación de la Independencia Nacional.
Día de fiesta y solemne para la Nación.
La Bandera Nacional deberá izarse a toda asta.
Nos instruye el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, a quien agradecemos como al licenciado Ravelo Reyes, nuestro vástago.