Alejandro Armenta, Nacho Mier, Claudia Rivera, Julio Huerta, Olivia Salomón, Rodrigo Abdala y los casi 20 personajes políticos más que se registraron y que aún compiten para ser el futuro candidatos a la gubernatura de Puebla, todos, cometieron un error desde que inició el proceso hasta el día de hoy: han tratado de convencer a la 4 millones de poblanos de que son los idóneos para hacerse de esta candidatura cuando, desde siempre, hay una sola persona a la que hay convencer: al presidente López Obrador.
Armenta, Mier, Claudia, Huerta y Abdala, entre todos ellos, han gastado millones de pesos en promocionar y posicionar su imagen. Millones que, al menos hasta ahora, nadie sabe de donde salieron, violando la ley electoral sin ningún rubor con la complacencia y el silencio del INE y del IEE, organismos que han preferido voltear a otro lado.
Fueron bardas, espectaculares, lonas, arbolitos, souvenirs, desayunos, comidas, eventos masivos. Simple y sencillamente a estos personajes te los encontrabas hasta en la sopa, cuando en la única sopa en la que tenían que estar, es en la del presidente.
Aún así, en plena desesperación y crisis de nervios, estos mismos personajes pagan, promocionan y distribuyen todo tipo de encuestas, en un acto propagandista en la que quieren sembrar la percepción que van arriba en dichas mediciones, la mayoría de ellas de dudosa procedencia, consintiendo a quien los contrata.
Una vez que ya hemos tenido claro que para Andrés Manuel lo más importante es retener la Presidencia de la República y después lograr mayoría en el Congreso de la Unión, debemos entender que las decisiones que se están tomando desde la federación no se hacen pensando exclusivamente en nuestro estado, de manera aldeana, sino que se realizan observando un tablero nacional y es así como se toman estas decisiones.
Si realmente Morena tuviera la intención de saber lo que piensan los poblanos sobre quien debería ser su futuro candidato, no tendría que elegir entre 8 posibles personajes, mucho menos haber dejado que 27 personas se inscribieran al proceso. Si todo este circo fuera real, solo tenían que haber hecho este ejercicio con 4 personas: Alejandro Armenta, Nacho Mier, Claudia Rivera y Olivia Salomón, con nadie más.
Y es que, ¿cómo se puede justificar que un personaje desconocido como Julio Huerta esté en la terna final?, ¿o el hecho de que Lizeth Sánchez, otra desconocida, figure también en esta lista? Realmente poco se sabe del porque este partido toma estas decisiones, cuando están a la luz los personajes que realmente pueden ser competitivos y aspirar a un cargo como lo es la gubernatura de Puebla.
Lo cierto es que ninguna encuesta pagada, ningún arbolito más regalado, ninguna barda más puntada, ningún otro recorrido, ningún otro evento masivo, ningún otro espectacular contratado o, en resumen, ninguna otra violación más a la Ley Electoral, cambiarán las cosas, pues, insistimos, la decisión final será tomada desde Palacio Nacional.
Lo único que dichas encuestas nos van a confirmar, es que este método de selección carece de credibilidad y confianza, tanto para sus participantes como para la misma sociedad, y que en realidad el gran elector del candidato o candidata de Morena y sus partidos aliados no es el pueblo, sino el presidente Andrés Manuel López Obrador en función de sus intereses, circunstancias, filias y animadversiones.
Hay quienes piensan, incluso, que teniendo la simpatía del gobernador les alcanza para quedarse con la candidatura. Nuevamente, están equivocados. Ciertamente, el gobernador será consultado pero nada más, su decisión no tendrá el peso suficiente como para hacer cambiar la opinión del presidente.