Tercera Antología Internacional de Poesía (Sabersinfin)
FLAVIA LUCILA DOMÍNGUEZ VERGARA. Nació en 1950, en el municipio de Tepalcingo, Morelos. Radica en Cuautla, Morelos, México. Es miembro activo del grupo: “Las Escribanas del Alma”, en la ciudad de Cuautla, y tallerista en el Programa Mujer: escribir cambia tu vida, promovido por la Secretaría de Turismo y Cultura en el estado de Morelos. Autora de dos libros y coautora de veintiséis antologías. Escribe poesía, crónica, canciones y corridos. Ha asistido a talleres literarios impartidos por la SOGEM, participa en el taller literario de Ethel Krauze desde 2015. Actualmente está terminando el tercer semestre de la licenciatura en Creación y Estudio de Textos Literarios”, en el Centro Morelense de las Artes.
AYER, HOY, MAÑANA
Ayer mi curiosidad, mis ansias por descubrir
los escondidos secretos del origen de la vida.
Ayer el charco atestado de inquietos atolocates
y las bellas mariposas en orlas tornasoladas.
Ayer fue la iguana negra, el garrobo y sus amores
en las piedras alcahuetas, albergue de su cortejo.
Hoy la sonrisa irisada que la vida me regala
para que arrope mis penas con atavíos de colores.
Hoy mis anhelos de ayer haciéndose realidad
bajo un sol en el cenit y entornos arrebolados.
Hoy mi canción bullanguera llena de dulces antojos
y una gozosa esperanza que baila dentro de mi alma.
Mañana serán mis pies, cansados por azarosos
caminos de mis recuerdos, sobre el podio de mis años.
Y mañana mi guitarra, eco de arpegios remotos
bajo las menguantes lunas, en charla con mi locura.
Mas si el destino me marca, el no llegar al mañana…
puedo morir satisfecha de haber vivido, hasta hoy.
LOS AÑOS
Los años, siempre los años, que me jalan y me empujan
me constriñen, me apretujan, me entusiasman con engaños.
Me llevan por donde quieren sin que yo les dé permiso
me remolcan sin aviso mientras el alma, me hieren.
No me dejan un segundo me siguen por donde voy,
y a cada momento estoy más extraviada en el mundo.
Me impiden a que regrese a recorrer los caminos
de mis tiempos solferinos y la quietud me entristece.
Los años van adheridos a mi vida y a mi espalda,
son veleidosa giralda que perturba mis sentidos.
Del tiempo, son remolino que va hilvanando sucesos
y quebrantando mis huesos a golpes por el camino.
Si los años no pesaran… si estos fueran más ligeros…
Me serían más llevaderos, si a mi lado, caminaran.
Pero se han hecho los dueños de mi vida y mis andares
con lisonjas o avatares, impiden cumplir mis sueños.
Y todavía, los malditos, seguro habrán de reírse,
cuando mi espíritu al irse, queden, en mi tumba escritos.