A 9 meses del 2 de junio

 

 

 

Victor de Regil

 

Como era de esperarse, Claudia Sheinbaum será la candidata de Morena a la Presidencia de la República siendo, sin duda, la que más posibilidades tiene de quedarse dentro de nueve meses con la Presidencia de la República aunque, en frente, tiene a una muy competitiva rival opositora: Xóchitl Gálvez.

Curiosamente, al igual que el tiempo de gestación de un ser humano, son nueve meses los que faltan para saber como terminará éste proceso electoral; es cierto que se trata de muchísimo tiempo, y en ese camino pueden pasar muchas cosas.

En primer lugar, aunque ya sabemos que la ganadora de la encuesta de Morena es Sheinbaum, aún falta saber cómo terminará Morena su proceso interno de selección. Sobre la mesa está la posibilidad o no de una ruptura, así como también la imagen que quede en el partido y en la gente del propio proceso de selección, qué tan aseado resulte, qué tanta inconformidad exista, ver si todos los aspirantes aceptan los resultados, principalmente conocer la reacción en próximos días de Marcelo Ebrad.

En Morena, han vivido muy malas experiencias en sus procesos internos de selección de candidatos, lo que ha ido desde abruptas rupturas, elecciones anuladas, conflictos trasladados a lo público, demandas que se prolongan en el tiempo, hasta anulaciones de candidaturas en más de una ocasión. Todo eso está hoy latente y lo estará en las próximas semanas. Habrá que esperar a ver lo qué sucede.

Después del proceso interno de Morena y la oposición, se abre un espacio de tiempo político muy complicado de alrededor de tres meses en que esos candidatos, al menos hablando en términos legales, no son nada: ese tiempo, es idóneo para las intrigas, las rupturas, las negociaciones por debajo de la mesa y demás. Y en Morena ese espacio de tiempo será especialmente riesgoso si no hay unidad.

En ese espacio de tiempo, se tiene que dar otro proceso que replicará el conflicto de sucesión presidencial: las designaciones de candidatos a gobernador, entre ellos Puebla, que tiene sus propios componentes locales.

Nuestro Estado es un gran ejemplo, pues en él se puede dar una gran división que afecte incluso el procesos presidencial, si el elegido a la gubernatura es Alejandro Armenta o Ignacio Mier. Por ello, cada vez crece más la posibilidad de que se tomará una decisión salomónica y será mujer la candidata de Morena por Puebla.

Incluso, una resolución importante que es la distribución por género de esas candidaturas, nueve, que tendrán que distribuirse cuatro para hombres y cinco para mujeres, puede alterar el proceso. El INE decidirá esa distribución, pero los partidos o alianzas tendrán que establecer cómo y con quiénes lo aplican.

En medio de todo eso, las presiones y la intervención de muchos factores de poder se acrecentará. La enorme mayoría de las democracias tienen procesos electorales para evitar el desgaste que largos meses de campaña producen, además de los gastos enormes que ellas implican.

En un proceso electoral que, en los hechos, durará nueve meses imaginémonos la cantidad de intentos de intervención de cualquier tipo que se pueden dar, incluyendo las llamadas fake news del electorado en favor de una u otra candidata.

Un tema que será esencial y que la autoridad debe de dar como prioritario, es el tema de la inseguridad, incluso Morena tuvo que reconocer que no pudo levantar su encuesta en algunos puntos del país porque literalmente no pudieron entrar. Y estamos hablando de una encuesta muy acotada.

Se trata de una lamentable realidad, pero el crimen organizado es un factor de poder que actúa e interviene de la misma forma que lo hacen los empresarios, los sindicatos, las iglesias. La diferencia es que estos personajes actúan e intervienen simplemente con base en la violencia y el desconocimiento del Estado de derecho. Cuando más débil es el Estado, o lo debilitan, más se fortalece.

Y hoy están increíblemente empoderados y querrán exhibir ese poder también en el ámbito electoral. Ya lo vimos con mucha claridad en el proceso electoral de 2021 y eso será un juego de niños comparado con la elección de 2024, la más grande de la historia con, literalmente, miles de cargos de elección popular en disputa, en unos comicios altamente polarizados entre dos proyectos diferentes de nación. La tentación de intervenir será casi irresistible.