PULSO POLITICO. Resuelto el tema de la candidatura presidencial, viene el de la candidatura para la gubernatura de Puebla

Maximino Avila Camacho

 

PULSO POLITICO

Gabriel Sánchez Andraca

 

Hay quienes piensan que la candidatura para gobernar a la entidad poblana, ahora le toca a una mujer. No, esto no es un concurso, ni se puede determinar algo tan serio como decidir la persona que gobernará a un estado tan problemático como Puebla, en forma tan simple. El candidato debe ser una persona profesional, con carrera política, que conozca al Estado y los problemas del Estado, pero también que conozca a la gente del estado.

En los tiempos del PRI todopoderoso, se mandaba a un personaje, que aunque fuera poblano por nacimiento, había emigrado a la capital para estudiar o trabajar, desde muy joven, y regresaba sin conocer a nadie, sin conocer al estado, sin conocer a la gente y entraba en conflicto fácilmente, con los habitantes de la entidad, que desde la muerte de Maximino Avila Camacho, que fue un dictador, un cacique que imponía su voluntad contra viento y marea y aunque el avilacamachismo impero varios años más, la gente ya empezaba a rebelarse pues quería terminar con los abusos de poder a como diera lugar.

El elegido por el Presidente, porque en ese tiempo los candidatos a gobernadores eran designados por el Presidente de la República en persona, fue un general originario de la mixteca alta, que salió del estado desde adolescente para estudiar en el Colegio Militar y había escalado en la carrera militar hasta llegar a general. Antonio Nava Castillo, era un extraño para la inmensa mayoría de los poblanos y los poblanos eran extraños para él.

Llegó a Puebla, cuando estaba en su apogeo la lucha por la Universidad Autónoma de Puebla, entre la extrema derecha, que la controlaba, con el apoyo del clero de entonces y de grupos empresariales y entre los grupos liberales que fueron tachados de comunistas, cuando la presencia del partido comunista en la UAP, era incipiente.

Nava Castillo armó su gabinete con militares completamente extraños al estado, pero con la idea de someter a los “revoltosos” de la UAP, mediante la fuerza y también a los grupos que se opusieran a las acciones de gobierno, como la de la pasteurización obligatoria de la leche, cuando ni siquiera había las condiciones para ello. Se obligaba a los pequeños ganaderos a vender su producto a una pasteurizadora propiedad del hermano del general que imponía el precio de compra a los ganaderos y estos estaban molestos por eso.

Los pequeños y medianos comerciantes, sufrían el acoso de inspectores comandados por un médico militar de Atlixco y así por el estilo se fue haciendo una cadena de descontento, que buscaron el apoyo de los estudiantes y lo obtuvieron de inmediato.

EL GOBERNADOR NAVA CASTILLO, FUE INVITADO a la inauguración de cursos de la UAP en el salón Barroco del edificio carolino y ahí estalló el conflicto. Durante el desarrollo del acto, llegaron estudiantes del Frente Universitario Anticomunista a provocar a los liberales que llenaban el histórico salón y ahí mismo se armaron los trancazos.

El rector y el gobernador y los invitados especiales, tuvieron que salir por un pasaje secreto y en cosa de unos minutos todos estaban en las oficinas de la rectoría.

La máxima autoridad del estado, estaba visiblemente molesta, pidió que lo comunicaran telefónicamente (entonces no había celulares) con el general Lepe, jefe de la policía y antes de que se estableciera la comunicación, un estudiante dijo al gobernador; “señor ¿hasta cuándo se va a seguir soportando a estos tipos que tantos problemas están causando a la universidad? y surgió “el general” casi gritando: “Sepa usted que he venido invitado por la universidad a la inauguración de cursos y no a meterme en sus asuntos” y viéndolo con una rabia que a todos impresionó, expresó: “¿Hasta cuándo?”….En ese momento un oficial le entregaba el teléfono diciéndole: “El general Lepe, señor”.

“Lepe, ya estalló esto. Duro con ellos, ya sabes…” colgó y luego volvió a ver al estudiante que le había hecho la pregunta y dijo; “en la calle, en la calle, ahí es donde voy a hacer valer mi autoridad”. Y ahí empezó a cavarse la tumba de ese gobierno que solo estuvo en el poder un año y dos meses.

Lo sustituyó el ingeniero Aarón Merino Fernández, que era todo lo contrario de un general autoritario y que aunque nunca había vivido en la capital del Estado, siempre pensó ser gobernador y mantenía un grupo de políticos arraigados en Puebla que cada sexenio hacían sonar el nombre del ingeniero Merino y con él se tranquilizaron las agitadas aguas políticas.

Cuando decimos que se requiere un profesional, no nos referimos a una profesión universitaria, sino a un profesional de la política, a alguien que haya escalado puestos de elección popular, que haya desempeñado puestos administrativos en el gobierno bien sean cargos federales, estatales o municipales y que también haya tenido cargos de dirección en su partido o en sectores del mismo. Puebla ha tenido ese tipo de personajes y los tiene ahora. Durante varios sexenios en cada cambio de gobierno, se mencionaban como posibles candidatos del PRI, al licenciado Guillermo Pacheco Pulido, los también abogados Marco Antonio Rojas Flores y Miguel Quirós Pérez, que además de ser ampliamente conocidos por la ciudadanía, tenían sensibilidad política y social y mucha experiencia: Fueron diputados locales, diputados federales, dirigentes del sector popular del PRI, presidentes del comité estatal del PRI, presidentes municipales de la capital y estuvieron en los principales puestos de la administración estatal. Sin embargó, no eran los tiempos. La apertura para los políticos locales llegó poco después, con Melquiades Morales Flores, un político profesional totalmente formado en Puebla y por lo tanto plenamente identificado con la ciudadanía del Estado. A don Guillermo Pacheco Pulido, le llegó su turno aunque fuera por unos meses, como gobernador interino, designado por el Congreso del Estado para convocar a elecciones en sustitución de la primera gobernadora mujer de Puebla, esposa del gobernador Moreno Valle Rosas, muertos en trágico accidente.

Para las próximas elecciones hay dos personajes que están plenamente preparados para asumir un cargo como el de gobernador; han sido todo y han destacado en México como diputado y senador por Puebla. Siempre han vivido aquí, su carrera política es poblana cien por ciento. Son ampliamente conocidos por la ciudadanía y por la clase política nacional.

La gubernatura próxima no le toca a una mujer por el hecho de ser mujer, ni a un político local nomás por ser local, sino a los más preparados, a los mayormente experimentados y mayormente conocidos: Es necesario cuidar la unidad del partido Morena. La guerra sucia la trajeron los panistas en el año 2000, para descalificar por la mala a sus adversarios. Ese tipo de acciones no debe ser empleado para descalificar internamente a ningún aspirante. Si se emplea la guerra sucia o guerra de lodo dentro del partido guinda, su tiempo en el poder estará contado y no se concretará la Cuarta Transformación.