Marco Antonio Figueroa Quinto
Maestro Emérito de México.
REFLEXIÓN SOBRE LA FELICIDAD
El amor en su mayor esencia proporciona el rumbo hacia la felicidad y hace que el mundo gire alrededor de uno, lo que seguramente es una pequeña dosis de lo que nos depara el destino en el más allá. Felicidad es un concepto que define la Real Academia Española como un “estado de grata satisfacción espiritual y física”.
Si fuésemos conscientes de lo anterior otro sería nuestro diario hacer, seguro que todos buscaríamos ese mencionado equilibrio espiritual y físico, pero no, tratamos de buscar fuera, lo que tenemos al alcance ¡Que paradoja!
Esta situación debe iniciar en el seno materno, pues quien lo logra ahí, seguro que lo repetirá en su diaria convivencia con los demás, lo cierto es que todos hemos contribuido a distorsionar tal estado de armonía mental, material y espiritual.
¿De qué depende la felicidad de cada uno? De acuerdo con estudios de afamados psicólogos, la felicidad en el hogar no depende de las circunstancias, sino de la actitud de cada uno de sus integrantes. Sin duda que para ello el amor es lo que importa, primero amarse a sí mismo es el inicio de una cadena interminable de amor, que conduce a caminos esplendorosos de la existencia, y que nada, ni nadie podrá –a menos que se atente contra nuestra vida- desviar.
De ahí depende la decisión de amar a nuestro cónyuge, que tiene para ambos un enorme potencial. Aprender el lenguaje principal del amor hace que ese potencial se vuelva una realidad. El amor no es solamente una necesidad emocional, sino que es un todo, y así se debe tomar.
Los psicólogos han observado que entre nuestras necesidades básicas está la necesidad de seguridad, de valor personal y de significado, por ello el amor, se interrelaciona con todas ellas. Si uno se siente amado por su pareja puedo descansar sabiendo que este compañero o compañera no nos hará ningún daño.
Nos sentimos seguros en y con su presencia. Podemos tener muchas incertidumbres en la vida, carrera y hasta tener enemigos en otras áreas de la vida, pero con el cónyuge sentirse seguro. Nuestro valor personal aumentará por el hecho de que nuestra pareja nos ame y esto deberá ser reciproco.
Después de todo, si nos aman debemos ser dignos de amar. A lo mejor los padres nos dieron mensajes negativos o no muy claros en cuanto a nuestro valor personal, pero nuestra pareja nos debe conocer como adulto y así amarnos. ¡Qué triste es fracasar en estos menesteres, aunque se pregone lo contrario! Lo cierto que el amor a la pareja no es a fuerzas, en esa situación lo mejor es una separación tranquila y pacífica: se equivocaron dos.
El amor edifica nuestra autoestima. ¡Tengámoslo siempre presente! El sabernos amados por nuestra pareja mejora nuestro sentido de importancia. Pensamos: «Si alguien me ama, debo ser importante». Soy importante porque tengo la capacidad de comunicar mis pensamientos por medio de palabras y tomar decisiones. Soy importante porque la vida tiene sentido. Soy importante porque alguien me expresa amor, porque mi cónyuge invierte tiempo, energía y esfuerzo en mí.
Sin amor, puedo pasar toda la vida buscando significado, valor personal y seguridad y no encontrarlo en ningún lado. Cuando experimentamos amor, esto impacta positivamente en todas nuestras necesidades.
Puede uno desarrollar todo el potencial, estaremos más seguro de nuestro valor personal y podemos dirigir nuestros esfuerzos hacia fuera, en vez de estar obsesionado con nuestras propias necesidades. El verdadero amor siempre libera. El amor no es la respuesta para todo, pero crea un clima de seguridad en el que podemos encontrar las respuestas para las cosas que nos inquietan.
En la seguridad del amor una pareja puede tratar las diferencias sin acusarse. Allí se resuelven los conflictos, y dos personas diferentes pueden aprender a vivir juntos en armonía, quien no lo logra, algo pierde en la vida, que nunca más recuperará.
Un soltero o soltera infeliz, ambicioso, traicionero y libidinoso seguirá siéndolo cuando contraiga matrimonio, sino cambia radicalmente su modo de ver y enfrentar la vida. Si es feliz de soltero o soltera, lo será cuando cambie su estado civil, por lo regular, quien está feliz consigo mismo tiene la capacidad de hacer feliz a quienes lo rodean.
Los especialistas coinciden en asegurar que cada quien determina si será feliz o presa de la amargura, todo está en uno, y pese a las vicisitudes que uno puede enfrentar en la existencia, el ánimo y gusto por todo cuanto nos rodea, determina el grado de animosidad que uno presente. En ese ámbito descubrimos cómo encontrar lo mejor en el otro.
Ese es el premio del amor. La decisión de amar a nuestra pareja tiene un enorme potencial. Este es parte del camino de la felicidad que está reservado para todos, y no las malsanas desviaciones de ambición, envidia, odio, lujuria, intriga, ingratitud y traición que nos harán infelices. Aprender el lenguaje principal del amor hace que ese potencial se vuelva una realidad para uno y los seres que nos rodean. ¡Claro que sí!