El factor Movimiento Ciudadano (MC)

 

La autollamada “tercera vía”, Movimiento Ciudadano (MC) se ha colocado en el centro del debate público por una determinación que no ha tomado, pero deberá anunciar, tarde o temprano: cómo enfrentará la elección presidencial de 2024.

Y es que, miembros de la oposición que participan en el Frente Amplio por México (FAM), pero incluso políticos de ese mismo partido –como Clemente Castañeda, coordinador de sus senadores, y el gobernador jalisciense Enrique Alfaro– lanzaron en días pasados un llamado a la dirigencia nacional naranja a que entable negociaciones con PAN, PRI y PRD para ir juntos en el próximo proceso electoral.

A esto, el coordinador nacional de MC, Dante Delgado, ha respondido de manera contundente que no. La postura institucional del partido es que “con el PRI ni a la esquina” y que no se subirá al “Titanic”, como llama el exgobernador de Veracruz al FAM.

En un tuit publicado en días pasados, Delgado dijo que MC tiene el objetivo de “vencer a la vieja política” y que es “la nueva opción que demanda México”.

El diferendo plantea perspectivas interesantes. Por un lado, habría que decir que la idea misma de un partido es ofrecer una visión distinta, así que nadie puede decir que esté moral ni política ni legalmente obligado a sumarse a alguna coalición. De hecho, el constante llamado de las organizaciones del Frente para que MC se sume a ellas puede leerse como una debilidad. En pocas palabras, están diciendo que sin él no ganan.

En ese sentido, Dante Delgado y los emecistas tienen todo el derecho de decidir sus estrategias. Ya le tocará al electorado decir si estuvieron en lo correcto.

Sin embargo, por otro lado, MC no puede pretender que sus decisiones u omisiones no tendrán consecuencias. Especialmente tratándose de un partido que, ante un panorama electoral cerrado, puede ser el fiel de la balanza.

Delgado no debe desconocer que el panorama que se está conformando es de una batalla sumamente enconada entre dos fuerzas. De por sí, una elección siempre presenta la disyuntiva de cambio o continuidad, pero en esta ocasión habrá elementos adicionales a considerar, como autoritarismo contra democracia y voluntarismo contra institucionalidad.

Históricamente, las terceras fuerzas no han conseguido sino una pequeña rebanada de pastel en las elecciones presidenciales mexicanas, incluso cuando han jugado ese papel los partidos de larga tradición.

En El Príncipe, Nicolás Maquiavelo aconseja qué hacer cuando dos potencias se enfrentan en un territorio sobre el que también tiene intereses una fuerza de menor tamaño.

“Se da a estimar cuán es resueltamente amigo o enemigo de los príncipes; es decir, cuando sin timidez se declara en favor del uno contra el otro. Esta resolución es siempre más útil que la de quedar neutral (…) te será siempre más útil el declararle y hacer tú mismo una guerra franca. Si no te declaras, serás siempre el despojo del que haya triunfado, y el vencido experimentará gusto y contento con ello. No tendrás, entonces, a ninguno que se compadezca de ti, ni que venga a socorrerte, y ni aun que te dé un asilo. El que ha vencido no querrá a sospechosos amigos que no le auxilien en la adversidad. No te acogerá el vencido, pues no quisiste tomar las armas para correr las contingencias de su fortuna”.

Dante Delgado deberá decidir si quiere que su partido sea un despojo de la guerra que se avecina o una opción que construya su propio futuro a partir de una posición de mayor fortaleza.