Roberto Carlos Salas. Volovanes de Jaiba Brava

 

Roberto Carlos Salas, desde 2007 es profesor en la Universidad Veracruzana (UV), en donde imparte Lectura y Escritura. De 2009 a 2014 se desempeñó en la coordinación del servicio de referencia de la Biblioteca Virtual UV. Coordinador de la Academia de Lectura y Escritura en la región Veracruz desde 2022. Promotor y organizador de eventos relacionados con la lectura y la escritura en entornos universitarios.

Historiador por la UV, con Maestría en Investigación Educativa (PNPC CONACyT), en el Instituto de Investigaciones en Educación. Doctor en Sistemas y Ambientes Educativos (PNPC CONACyT), con mención honorífica.

Realizó su estancia de investigación doctoral (beca mixta CONACyT) durante un semestre, en el Instituto de Investigaciones en Competencias Mediáticas de la Universidad de Comunicación de Zhejiang, Hangzhou, China.

Miembro del Padrón Veracruzano de Investigadores, del Consejo Veracruzano de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico.

Colabora en la Red Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) México.

Imparte cursos Media and Information Literacy para académicos, avalados por UNESCO.

Ha publicado capítulos de libro y artículos relacionados con temáticas informacionales y educativas.

 

 

Volovanes de Jaiba Brava

 

– ¡Ay, mamá! No puedo creer que no te gusten los mejores volovanes del mundo. Son únicos -Remarcó Carmen, una incipiente estudiante universitaria-.

– No sé, tienen un “algo” que no me convence, probablemente me quedé con sabores de antaño, yo creo que es eso -Respondió la madre-.

– Pues digas lo que digas, para mis amigos, los vecinos, los profes de la uni, todos, son un éxtasis de sabor -Insistió la hija-.

La particularidad de los volovanes de Don Jaiba Brava probablemente no era ninguna distinta a la de otros volovanes, seguramente esa particularidad la confería el propio vendedor, Jaiba Brava, un señor de unos 50 años, de tez cobriza por el intenso sol del trópico, de visible musculatura entre genética y ejercitación por los años de elaborar volovanes y cargar su pesada canasta para venderlos, apodado así (Jaiba Brava) por su legendaria incursión en míticas peleas callejeras y arrebatos violentos en el barrio, además de portar permanentemente su inconfundible, y reconocida por todos, manopla en su mano izquierda, como si estuviera listo para cualquier batalla espontánea.

Algunos de los derrotados en las intrépidas broncas de Jaiba Brava, desaparecían súbitamente. Los vecinos del barrio atribuían a que era tal la paliza propinada por Jaiba Brava que los agredidos optaban por emigrar de la localidad antes que inmiscuirse en otro zafarrancho con él. En algún momento, ante las longevas e interminables crisis económicas, Jaiba Brava ya no podía comprar producto para rellenar sus suculentos volovanes, entre tanto, sus clientes siempre transmitían de boca en boca la generosidad de Jaiba Brava por vender su producto a tan bajo costo, pero notoriamente sustanciosos.

 

FIN