PAN poblano, un desastre

Victor de Regil

 

Acción Nacional atraviesa en Puebla una de sus peores crisis de las que se tenga memoria. Está fracturado y sin brújula. Sus aliados, PRI y PRD, traen su propio juego y son carísimos en posiciones electorales, si se pretende reeditar la coalición Va por Puebla.

Aunado a esto, los grupos cupulares no acaban de asimilar que en 2024 irán, en el mejor de los casos, a una elección municipalista y legislativa, pues no tienen posibilidades reales de recuperar la gubernatura.

La guerra intestina en el PAN ocurre sin que la dirigencia nacional haga nada, deja que se destrocen entre ellos.

Un día sí y el próximo también, la ex presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE), Genoveva Huerta, se da con todo, de modo directo o velado, contra la actual titular, Augusta Díaz de Rivera. Y viceversa: Augusta contra Genoveva. Los golpes son duros y directos. Se acusan de todo, como si ellos fueran los contrincantes.

De oprobios políticos, tanto como de faltantes económicos. Y hasta se amenazan con expulsiones, venganzas y otras lindezas.

Recordemos como en días pasados, en el marco del 10 de mayo, se dieron una tregua y Augusta y Genoveva pudieron estar bajo el mismo techo sin arañarse en el festejo partidista que organizó el diputado federal Mario Riestra.

Pero mientras, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Marko Cortés Mendoza, es un mero espectador.

En tanto, el alcalde de Puebla capital y líder moral del panismo estatal, Eduardo Rivera Pérez, sólo se queda viendo, no termina por posicionarse como el líder moral del partido, gobierna la cuarta ciudad más importante del país y no se ve su liderazgo incluso, en ocasiones, ni ganas de buscar la gubernatura.

Esa guerra que se da con alta intensidad por etapas, y con baja en otras, está minando a la militancia.

Los que debieran ser tiempos de unidad (pues tienen a Lalo Rivera, que encabeza todas las encuestas) contra un todopoderoso enemigo, Morena, se han convertido en el PAN-Puebla en momentos de debilidad y encono intestino.

Hay actitudes de la cúpula que pareciera ser el pretexto perfecto para que los cuadros, militantes y aliados, deserten y se lancen a los brazos del adversario.

Ya lo hemos estado viendo.

La verdad es que ya está en duda la conformación de la alianza Va por Puebla, entre PAN, PRI y PRD. El PRI se ve cada vez más desolado y más cercano a Morena, hay fugas constantes de militantes. Además, pareciera que su vocación y la línea de su dirigencia nacional van más en el sentido de aliarse de facto con Morena.

Junto con lo anterior, el presidente de ese partido en Puebla, Néstor Camarillo, volvió a salir con el mal chiste de que buscará la gubernatura. La meta es claramente encarecer la negociación con el PAN, pues lo que está buscando el tricolor, es quedarse con la candidatura de la alianza de la capital poblana.

Mientras, el PRD también trae su propio juego en Puebla. Y ese incluye a jugar que pueden ir solos en las elecciones.

Hasta la puntada de que el dirigente local, Carlos Martínez Amador, puede ser candidato a la gubernatura, se vino a echar en Puebla esta semana el presidente nacional, Jesús Zambrano, arrancando las carcajadas de todos.

La verdad es que tanto priístas como perredistas le cuestan mucho al PAN. Debe ceder muchas posiciones y el jaloneo de negociación es muy largo y amargo.

Bajo estas consideraciones, posiblemente le convenga más a Acción Nacional ir en solitario. Pero para ello, antes requiere unidad. Una que no existe. No al menos en este momento.