Amplio apoyo a la decisión del INE

P U L S O   P O L I T I C O

Gabriel Sánchez Andraca

  

             En una rápida encuesta telefónica que incluyó a veinte personas de distintas corrientes políticas, 18 opinaron que la decisión del INE (Instituto Nacional Electoral) de negarle el registro al partido promovido por el ex presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, fue una decisión correcta.

            No solo por las razones esgrimidas por el organismo electoral, de la falta de claridad en las aportaciones que dicha organización recibió para sus gastos, sino porque ese partido sería propiedad de uno de los peores presidentes que ha tenido nuestro país, causante de la guerra entre bandas criminales que todavía estamos padeciendo y que ha costado la vida a más de 200 mil mexicanos, en su mayoría jóvenes y la desaparición forzada de casi 100 mil.

              No hay que olvidar, nos dicen, que García Luna, el ex titular de Seguridad Pública en el país, durante el régimen calderonista y ahora preso en los Estados Unidos acusado de delincuencia organizada, fue cómplice del Chapo Guzmán, jefe del cartel delincuencial más poderoso de México y que recibía pagos de hasta 30 millones de dólares, por favores otorgados a dicho grupo delincuencial.

             Sería un garrafal error, premiar al ex presidente panista otorgándole el registro de un partido político, con todo lo que esto conlleva en otorgamiento de recursos públicos como “prerrogativas” y poder, para provocar una real división entre los ciudadanos mexicanos con fines absolutamente personales y de grupo.

              El grupo calderonista, nunca llegaría a tener fuerza política real, si tomamos en cuenta que actualmente, el Partido Acción Nacional, de donde surgió Calderón, tiene apenas 252 mil 140 afiliados. Este partido, representante de la derecha mexicana, llegó a tener cerca de 2 millones de militantes, cuando estuvo en el poder durante dos sexenios. Al finalizar el gobierno “calderonista”, dio un bajón de antología y quedó con los miembros apenas suficientes para no perder su registro. Y esto en un llamado de la dirigencia nacional de ese partido, para  una reafiliación destinada a actualizar su padrón.

             LOS PRIISTAS QUE INTENTAN una alianza con su ancestral adversario, el PAN, descendiente en línea directa del Partido Conservador, del siglo XIX, como el PRI lo es del partido liberal, no saben lo que hacen o pretenden hacer.

             Si el PAN, según los datos aportados recientemente por el INE, apenas y rebasa el cuarto de millón de miembros, el Partido Revolucionario Institucional, PRI, cuenta todavía con 2 millones 65 mil 161 militantes.

             Además, el PRI tiene, siempre ha tenido, la estructura más completa que haya alcanzado una organización partidista en el país; tiene organización, y si bien ha perdido unidad, muy necesaria en cualquier organización política, ello se debe a que desde su fundación, desde el poder, fue un partido autoritario en su manejo interno y ahora una fuerte fracción ha estado pidiendo democracia interna, para evitar lo que hicieron hace tres décadas los tecnócratas llegados con doctorados de universidades gringas y capitaneados por Carlos Salinas de Gortari: cambiar su ideología, abolir la política social que lo caracterizó siempre y despreciar a la clase política local a la que dieron puestos de mediano nivel para abajo, pues en su concepto, los puestos relevantes partidistas y del gobierno, eran para graduados en Harvard, en Boston o cualquier otra universidad de prestigio, siempre que fuera extranjera.

              Tener ese tipo de gobernantes, nos ha llevado a los mexicanos a la situación de inseguridad y alta criminalidad que padecemos, a la corrupción más alta de toda la historia del país, que a punto estuvo de hundirnos en la peor catástrofe nacional, pues estuvimos a punto de perder el petróleo, la electricidad, el agua potable, las minas y nuestra independencia alimentaria y a tener que estar pagando cientos de miles de millones de pesos por el servicio de una deuda externa, que nadie sabe para qué fue utilizada, pues el número de pobres en vez de decrecer en los tiempos del neoliberalismo, siguió avanzando aceleradamente; la riqueza de los ricos siguió creciendo también, al grado de que llegó a decirse, que los grandes millonarios, los dueños del país, cabrían cómodamente en el estadio Azteca y las clases medias tirando a pobres y los pobres y miserables, seríamos los que estábamos afuera.