Dulce Palmira Conde. (Veracruz, Ver. México. 1993).
Lic. En Psicología por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV), actualmente estudia la licenciatura de Sociología en la UNAM en modalidad a distancia. Tomó un curso de creación literaria en el Centro Cultural; Yabebirí en 2018. Se ha dedicado a la docencia en niños de 3 a 12 años, y en comunidades rurales por parte de CONAFE, ejerció como profesora de primaria en niños de 7 a 12 años y tiene un amplio interés en la investigación. Se considera un diamante en bruto en el campo de la literatura y hasta ahora no se había decidido a publicar sus textos.
(Presentamos algunos fragmentos de su obra)
El primer deseo
Entresueño ensueño lo que representaba el amor, mi amor, mi todo.
Mi luz; me diste pinceladas sin brochas, me enseñaste a caminar y a volar y de tu seno tomar.
De una forma apasionada con tu amor diáfano y puro, con pasión indestructible
me diste de tu ser y de tus días, te amaba desde antes de llegar.
Cuando aprendí a volar te buscaba con otras formas y con otra voz
por eso tu amor y tu pasión es destructora; es la necesidad de alimentarme
y la manera de acariciarme, el escudo con las pesadillas y el fuego que sembraste en mí lo que hace que te ame tan horrorosamente, tanto que mi luz se convierte en fuego y me quema.
Ni tu leche ni tus caricias, es la saliva que se busca para apagar
y que lo agresivo se convierta en sequía y las búsquedas se hagan viciosas.
Ya sin amor y sin saliva, sin el seno seductor de los olvidos
sin un piso con brazos que reparen las ausencias, sin la prótesis del aquejamiento
un ser nada.
Sin aquel néctar divino sin tu vientre seductor y productor, y vividor como viciado.
¿Soy una vividora del vicio? ¿Del seno de la saliva?
Soy una vividora de las imágenes, de las escenas que me ayunan los labios
que se acompañan de los microsegundos y de la compulsión de las escenas
con las que mi amor da su protección y su libertad; me comí su libertad.