Un tema por demás importante es el cambio de modelo educativo emprendido por el gobierno amenaza con cancelar la posibilidad de que los niños de primer año aprendan a leer y escribir o matemáticas.
Y es que, un grupo de académicos que ha tenido acceso a los nuevos materiales didácticos de la Secretaría de Educación Pública para ese grado ha expresado su alerta de lo que podría constituir, tan pronto como este verano, una catástrofe educativa.
Porque lo que se ha anunciado por parte de Andrés Manuel López Obrador como una reforma para la educación es, a juicio de esos expertos, cuando mucho un cambio curricular con fines de adoctrinamiento que, sin embargo, someterá a maestros y a familias a galimatías donde los alumnos serán quienes paguen costos nada menores.
En un documento preparado por especialistas que han podido conocer algunos de los contenidos de libros de texto para primer año de primaria se advierte que:
“El grado de complejidad del contenido y actividades de aprendizaje son muy elevados para la edad y el desarrollo cognitivo de los alumnos”.
“Los libros no ofrecen actividades para el aprendizaje y desarrollo de la lectoescritura y del pensamiento matemático”.
“Los contenidos son elevados para este nivel, con textos muy extensos; además, no están claramente articulados de forma progresiva (de lo simple a lo complejo) para que sea de fácil manejo por parte de los menores”.
Algunos de los especialistas que han tenido acceso a estos libros de texto gratuito, alertan también que los contenidos son tan inapropiados que se pedirá a niños de primer año discutir, por ejemplo, las posturas “en organismos internacionales sobre nutric2ión y obesidad”.
Advierten igualmente que en el libro “Nuestros sabere”s, de primer grado, se incluyen numerosos códigos QR para consultar recursos complementarios. Esto desde luego parece una nueva idea, sin embargo resulta incongruente cuando en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2023, para fines prácticos, no hay destinado un sólo peso de gasto federal para el equipamiento de las escuelas y la dotación de servicios de internet”.
Y en el mismo sentido, advierten que “las únicas herramientas con las que contará cada docente para resolver el galimatías (de lo que implican los nuevos libros de texto) son videos de los ideólogos de la reforma y un libro del maestro profundamente ideológico más que pedagógico”.
A lo anterior, subrayan, hay que agregar que “la falta de interés de la SEP por apoyar la formación magisterial se refleja en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2023. El monto asignado para la formación del millón y medio de maestros de educación básica es de 98 millones de pesos: alrededor de 85 pesos anuales por maestro”.
Pero la catástrofe no sería sólo –y de por sí eso ya sería demasiado– para los alumnos de primero de preescolar, de primero de primaria y de primero de secundaria, que según un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación de agosto de 2022 serían quienes inicialmente “probarían” la nueva reforma. A juicio de estos especialistas el gobierno pretende implementar de un jalón el cambio en todos los grados de la educación básica, lo que sería grave para los alumnos que tengan acceso a este material.
Y es aquí donde surge la pregunta ¿Por qué la SEP no presenta ya los libros de texto que tiene listos para que especialistas, maestros, el SNTE y la CNTE, y el público en general los analicen y discutan su idoneidad?
Al gobierno le encantaría que la discusión se centre en este o aquel funcionario. Lo que urge es un debate más allá de posturas ideológicas. El futuro de varias generaciones está en juego. Y hoy ni los maestros, ni las familias conocen los nuevos libros. ¿A qué le temen?