Mirtha Castellanos Zequera. (Veracruz, México) Escritora, poeta y empresaria mexicana, Es egresada de la Escuela de Escritores de México S.O.G.E.M. Es Fundadora de las Revistas Virtuales: Young Talent Magazine y de la Comunidad Literaria Siglo XXI. Sus trabajos han sido publicados en periódicos, revistas y antologías nacionales e internacionales. Ha Publicado 15 obras literarias entre poesía y cuentos. Participa constantemente en eventos literarios. Ha sido reconocida por su trayectoria como escritora y poeta por el H. Ayuntamiento de Veracruz y por la Fundación 500 años de la Vera Cruz, A.C. en México. Fue nombrada una de las 100 mejores poetas de Iberoamérica y del Caribe por Editorial Hispana con sede en Atlanta, Georgia USA. Recibió la medalla de honor de Sor Juana Inés de la Cruz por su trayectoria poética y cultural en el 2021 por la Academia Nacional e Internacional de Poesía CDE Veracruz. Es colaboradora internacional del programa de radio El mirador de América que se transmite desde New York, USA. Es CEO y Fundadora desde 1999 de Servicios Editoriales Castellanos. Es Directora General del Instituto de Escritura Creativa Siglo XXI. Actualmente es presidente de la Academia Nacional e Internacional de Poesía de la SMGE en la Sede de la zona conurbada de Veracruz y Boca del Río en México. Actualmente trabaja en su libro de superación personal: Sana con Amor, su novela de corte erótico romántico: Pigalle. y su Poemario para niños en inglés: Just feel the Love.
Sólo Dios sabe…
Brille, Señor, sobre ellos la luz eterna, en compañía de tus santos, porque tú eres piadoso. Dales el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua que no tiene fin, en compañía de tus santos, porque tú eres piadoso. La mayoría repetía la plegaria como autómatas… Yo sólo observaba esos rostros cubiertos con la máscara de la pandemia que estamos cruzando en pleno siglo XXI.
Mis ojos secos, miraban el humo del incienso que dejaba escapar fantasmas en medio del ritual que hace el Padre en la ceremonia… A lo lejos escucho, la letanía de nombres desconocidos… Hasta que mi corazón de tajo, al escuchar su nombre, despejó el velo y me hizo aceptar que vivía la peor de las pesadillas. Mis piernas temblaron tumbándome en la fría banca, ya no hay nada que hacer, más que honrar tu memoria.
En medio de la desolación terminó la misa, y como zombis buscamos la salida, llevando la urna… No estábamos solos, una melancólica tarde nos acompañó en silencio hasta llevarte a casa… Los niños lloran, y eso me hace olvidar mi dolor, me concentro en ellos… Ahora debo ser la roca para que estén seguros. Todo ha pasado tan rápido, que mi mente aún no registra, cuál será el siguiente paso con tus cenizas…
Año 2023. Las lágrimas se agotaron tras pedir un milagro, que nunca llegó. Hoy el tiempo implacable sigue impulsando a la vida y yo tomé la decisión de seguir viva… Por mí, por nuestros hijos… Ya no me duele el alma, estoy en Paz conmigo, he aceptado que tu tiempo se había terminado y que yo aún debo seguir construyendo un mundo para ellos.
La vida es una gran escuela, donde todos en su momento justo, somos alumnos, y luego maestros. Así aprendes que la vida patea duro pero también da recompensas. Y te vuelves resiliente, aceptas que la muerte es sólo un proceso, que algún día, vamos a cruzar todos….
Una tras otra, llegan las situaciones que nunca en mi loca mente, pensé viviría. Y me repito como queriendo convencer a mi mente… “Esto también pasará”. Son las 3 de la mañana, y Morfeo me rechaza. Mis suspiros cruzan el mundo que nos separa y despierta a los recuerdos… que dejan escapar una perla de mi alma.
Duele la noche, pesa el frío de tu ausencia. Más he aprendido a no rezar con palabras. Dios siente el dolor de mi alma… Y manda a sus ángeles convertidos en familia, amigos, alumnos, allí me doy cuenta que debo seguir con la misión que escogí antes de venir a este plano, hasta que llegue el día de regresar a casa.
Espérame en el ocaso de la tarde, como la que veíamos juntos en la playa. Aún debo seguir escribiendo nuevos capítulos en mi vida. Ahora comprendo, que sólo Dios sabe por qué debemos cruzar este valle de lágrimas