Mingyar Andrei. Advocatus diaboli

MINGYAR ANDREI es escritor, tallerista, corrector de estilo, editor, diseñador gráfico. Egresado con honores del Diplomado en Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores de México en convenio con el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. Ganador del Certamen Nacional de Poesía Joven 2014, con la obra Yo abismo. Finalista del XXV Certamen Internacional de Cuentos “Max Aub”. Cuenta con textos antologados en publicaciones físicas en Estados Unidos y España, así como en publicaciones digitales. Primer texto seleccionado por Michael Cretu a nivel mundial por la celebración del vigésimo quinto aniversario del multipremiado proyecto musical ENIGMA. Se encuentra escribiendo su primera novela por entregas en la plataforma digital Patreon. Imparte talleres de creatividad y creación literaria “Escreativa”, “En tinta viva” y “Pulpósfera”; este último con la colaboración de la escritora, tallerista y crítica literaria argentina Andrea Galeano. Lleva a cabo proyectos de diseño editorial y asesorías para escritores.

V

Advocatus diaboli

                                   

                                                Niña, estrella negra, brama

solo tu olor reconozco

solo ese beso que nunca se estrecha entre el corazón y el falo

presentimiento

maldición:

tener mucho

conocer poco

saber nada.

 

Niña

terciopelo, hilo que asfixia

ajustado al punto

deja que el oxígeno gotee

a medio aire entre el yo y el ello.

 

Presentirte me provoca

convulsiono hacia mí, fuera de mí, hacia las direcciones de la inmundicia

ternura sin color, atestada de texturas.

Me haces montar una criatura desfigurada, contagiosa, enferma de mundo:

verdades de mentiras que engendran delicias

adosadas a su muerte obesa, monolítica

vibraciones del goce

clarín de gato, piraña.

 

Me desmiembro para asirte,

extiendo piel, músculos, tendones, venas,

te erijo un altar.

No,

incluso la carne de ese obelisco no te basta:

poseerme a mí y no poder saborearte es un juego,

tu melodía favorita.

 

Decido no arrancar lo que dejo a mi paso,

me beso,

en cada rugosidad me acaricio para derrocar el temor

el presentimiento,

el goteo atroz del aire, la roca, el incienso,

el escupitajo en el que no te reflejas.

 

Acaso pueda arrancarme del aquí|ahora,

atildarme,

venderme por once almas

y regalarme

así

agostada

a todas tus putas.

Tu luz brama,

me usurpa en silencio,

me lleva sin quicio al castigo: falo de gato,

piraña en vientre

padezco todos sus ángulos, me rebaso

hasta el filo de los jugos.

Cerceno huecos para caberme en ti, para aprehenderte con la punta en un corpúsculo;

los viertes en las bocas del Grial,

me excito para distender lo que no entiendo:

el estallido que termina antes de comenzar.

 

¡Ay de mí que me consumo!

¡Ay de mí que me mutilo!

¡Ay de mí que soy de ti: volúmenes!