Jesús Alberto Cervantes Villegas. ¿El conflicto escolar, oportunidad o reto de aprendizaje en los entornos escolares?

Jesús Alberto Cervantes Villegas (Veracruz, México. 1980)

Es Licenciado en Educación Primaria (CESER) y Lic. en Pedagogía con especialidad en Español (Universidad del Golfo), ha tomado diversos cursos, talleres y diplomados de actualización docente de forma presencial y en línea en diversas instituciones como el Tecnológico de Monterrey, INEE, Instituto Consorcio Clavijero, UNAM, Universidad de Cambridge, Universidad Pedagógica Veracruzana, ILCE, ICATVER. Está interesado desde hace varios años en la capacitación docente como estrategia de mejora. Ha escrito y publicado algunos cuentos cortos infantiles y artículos docentes. Actualmente es director de educación primaria en la zona estatal 059 y profesor de grupo en la zona 075 federal, en la ciudad y puerto de Veracruz.

 

Estudiar no es un acto de consumir ideas,

sino de crearlas y recrearlas

-Paulo Freire

 

¿El conflicto escolar, oportunidad o reto

de aprendizaje en los entornos escolares?

 

Los conflictos escolares son una de las preocupaciones más importantes de docentes, directivos, psicólogos, padres de familia en las instituciones educativas. El respeto y el mantenimiento del orden en nuestras aulas resultan actividades a las que se dedica a diario un gran esfuerzo (existiendo además diversos programas federales) por los múltiples beneficios que desarrollan sin que se consigan, en muchos casos, los resultados esperados.

Algunos factores que determinan la aparición de situaciones conflictivas desde mi experiencia son: pérdida de autoridad, desvalorización de la sociedad, influencia negativa de los medios de comunicación, desintegración del modelo familiar, planeación deficiente y falta de instrumentos de seguimiento de las actividades docentes y los grupos con una matrícula numerosa.

Una idea central que es importante aclarar desde el comienzo es: conflicto y violencia no son lo mismo, pues la violencia siempre va acompañada de nuevos conflictos, pero el conflicto no siempre requiere situaciones de violencia y en el aula regularmente son aclarados y corregidos por los docentes. Generalmente los conflictos más usuales en las escuelas son de relación entre el alumnado y entre éste y el profesorado, rendimiento escolar, poder, desintegración familiar, etc.

El profesor debe ser hábil y quien debe tener las competencias necesarias para orientar los comportamientos de los alumnos en su gestión de cada conflicto. Los conflictos generan en ocasiones conductas indeseadas, pero en su mayor parte son confrontación de ideas, creencias y valores, opiniones, estilos de vida, modelos de comportamiento, etc. derivadas de la sociedad en la que nuestros alumnos se desarrollan.

 

 

Algunas veces somos los maestros o los propios padres los que hablamos de los niños conflictivos en términos peyorativos o asignado etiquetas sin llegar a analizar las causas que han propiciado la aparición de los conflictos. Así, una visión simplista del problema lleva a comentarios como éstos: «¿Qué se puede esperar de los niños que viven en ese barrio?» o «Es normal, si sus padres están divorciados». Estas son actitudes que discriminan, segregan y provocan la aparición de alumnos marginados que encuentran en los conflictos una forma de comportamiento inaceptable y que es preciso eliminar de raíz de los escenarios educativos.

 

La poca intolerancia y la creencia de que la sociedad y las autoridades son los únicos culpables de la aparición de episodios conflictivos como la violencia o la indisciplina también influye en la aparición de una conciencia del grupo de que no se puede hacer nada para exterminarlos. Es conveniente resaltar que el conflicto escolar y los sucesos violentos, requieren de un análisis mayúsculo de las causas y factores que los originan para combatirlos y/o prevenirlos.

 

La violencia en el aula o escuela, es mejor conocido como bullying, se manifiesta de diversas formas y actualmente es una novedad propia de los tiempos modernos. Originado por el carácter de los jóvenes de hoy, y que se refuerzan negativamente por la dejadez de los padres y desinterés de los docentes. Cuanto mayor es la edad de los alumnos, más conflictos existen en las aulas. Desde esta perspectiva es preciso tomar medidas urgentes para erradicarlas en cuanto se van mostrando en los primeros síntomas en los espacios docentes.

Hay que comentar que la represión o la disciplina pueden generar odio y agravar aún más los problemas. Por tanto, la escuela, los maestros, los tutores, asesores técnico pedagógicos y directivos debemos ser observadores y mediadores en las situaciones de conflicto en el aula y la escuela. Los padres de familia y la comunidad educativa debemos tomar conciencia del problema y asumir con severidad la gestión de los conflictos en las aulas, a través de distintas estrategias personales y oficiales. Generalmente el profesor de grupo es quien suele ocupar este puesto y adquiere un gran compromiso en ello.

Los maestros tenemos el ser y deber ser de supervisar y promover constantemente las relaciones respetuosas en los alumnos, ya sea en forma de trabajo individual o de forma cooperativa, por medio de dinámicas, técnicas y estrategias para que el proceso enseñanza-aprendizaje se desarrolle en un clima de empatía, solidaridad, respeto y alcancemos lo planeado, posibilitando aprendizajes permanentes e integrales, un enorme reto, pero que es posible de alcanzarlo paso a paso.