Victor de Regil
La pasada resolución del TEPJF que confirma que la ex presidenta municipal de Puebla capital, Claudia Rivera Vivanco, incurrió en 2021 en actos anticipados de campaña y uso indebido de recursos públicos, es apenas un adelanto de los meses negros, largos y complicados que se le vendrán a la morenista. Podría suponerse que se trata de un tema menor, pero deberá sancionarla la Contraloría Municipal e investigarla la FGE y la Auditoría Superior del Estado (ASE). El caso debe leerse como un anuncio apenas del profundo mar de anomalías en que la persona que soñó con ser gobernadora podría ahogarse.
No hay que olvidar que la administración vivanquista enfrenta observaciones en cuentas públicas por más de 900 millones de pesos. Tan solo de 2019 y 2020. Ese es el descomunal monto que podría alcanzar su presunto daño patrimonial a la ciudad de Puebla.
A los poblanos y a las poblanas. Esa es la grande, grave y opaca esencia del caso que hoy pende, cual guillotina, sobre su cabeza. Hay responsabilidades administrativas. Pero también penales.
En tanto, el tema que resolvió la Sala CdMx del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la semana pasada es una nimiedad, comparado con lo que viene.
Esa sanción es por haber utilizado la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador en sus tiempos de fallida campaña por la reelección.
El Tribunal Electoral del Estado (TEEP) fue el primero en emitir esa resolución. Lo que hizo la sala federal fue ratificarla.
Se mantiene así la sanción pública del órgano local y éste deberá dar cuenta al ayuntamiento de la capital y a la Fiscalía General del Estado (FGE).
Pero es solamente el aperitivo. El caso más grave está en el presunto daño al erario municipal de la capital del estado. Ahí la danza de los millones es enorme. Ahí la Auditoría Superior del Estado (ASE) ha estado realizando su labor.
Con mucha probabilidad vendrán procedimientos administrativos y penales. Se desencadenarán procesos judiciales.
Los meses que han transcurrido, desde que ella y su equipo dejaron el ayuntamiento, han exhibido la simulación con la que Rivera Vivanco y los suyos presumían la protección federal. Falsa.
Han pasado 13 meses y algunos días de que Claudia Rivera dejó de ser presidenta municipal y nadie le ha dado trabajo en el gobierno federal.
Sus apoyadores juraban que casi, casi tendría un cargo al lado del presidente López Obrador. A su diestra.
Aunque ella se comporte siniestra. Aseguraban sus porristas que el manto de Palacio Nacional la hacía inmune. Que sus presuntos delitos quedarían impunes.
Pero no tiene ningún cargo. Ni en su partido y en la administración pública federal. Tampoco en el gobierno de la Ciudad de México.
Es más, en las visitas que ha tenido Claudia Sheinbaum a la capital poblana no fue invitada.
Es non grata para el equipo de la presidenciable.
No se pudo tomar la foto siquiera con su “compañera de lucha”, como la llama en sus redes sociales.
Cada vez que publicaba algo sobre Sheinbaum, trataba de dar la impresión de que son grandes amigas.
Pero una selfie ha conseguido. Si la conoce, la jefa de Gobierno de la CdMx la evita. Aunque lo más probable es que ni siquiera la conozca.
Sin protección para quedar impune y sin capacidad para negociar su inmunidad, Rivera Vivanco está sola.
Tampoco los otros integrantes de su grupo político la defienden ya.
La mayoría mejor migró a otras corrientes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Puebla.
Algunos incluso ahora son porristas del diputado federal Ignacio Mier Velazco, quien tanto la golpeó desde el periódico que es de su propiedad.
Los halagos y los respaldos que antes recibía en redes, ahora son silencio. Sus cómplices la han abandonado. La suerte también.
La ASE debe estar avanzando en el esclarecimiento de la presunta corrupción.
El próximo 21 de diciembre comenzará el invierno.
Pero la larga noche que se le viene a Claudia Rivera puede llegar antes. Podría ser un anochecer de otoño.