El senador Alejandro Armenta se enfrenta la carrera cuesta arriba más difícil de su carrera política de 33 años. Aunque todas las encuestas lo ubican como el aspirante más rentable de Morena para la sucesión 2024 en Puebla, su ruta hace tiempo que pareciera hacerse alejado de esa posibilidad, por su cercanía con el rebelde de la 4T, el también senador ¿ Ricardo Monreal Ávila, y el enfrentamiento con los grupos lopezobradoristas, por la presidencia del Senado que hoy ocupa. Si el legislador poblano logra colarse en la encuesta morenista a la gubernatura, podría ganarla. Sin embargo, cabe la posibilidad -muy real- de que sólo sea considerado en la medición para repetir en la Cámara Alta.
Aunque no hacía falta, Armenta ya se ha destapado. Desde 2018 busca la gubernatura.
Recordemos que en la elección extraordinaria de 2019, él y su equipo fallaron al leer las señales y enfrentó al hoy gobernador Miguel Barbosa Huerta.
Principalmente, su equipo, por encima de él, fue beligerante. Innecesariamente ofensivo y majadero con Barbosa en la contienda interna.
Tuvo que intervenir Monreal para calmar los ánimos. Sólo entonces hubo paz. Luego, en la campaña Armenta se sumó con desgano. No aportó mucho, pero tampoco puso mayores obstáculos al ahora mandatario poblano.
Luego ha oscilado entre el amor y la indiferencia con él y con el Presidente de la República.
Con fórceps, consiguió, a finales de agosto pasado, la presidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Lo hizo de manera inédita, por lo tan sufrida que fue. En tres votaciones.
Dejó en el camino al mexiquense Higinio Martínez Miranda, quien era la carta de López Obrador.
También de Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y la presidenciable más sólida.
Los líderes de la Cuarta Transformación (4T) estaban en gran deuda moral con el oriundo de Texcoco.
Con prudencia y disciplina, Higinio se hizo a un lado para dejar pasar a Delfina Gómez Álvarez a la candidata a la gubernatura del Estado de México.
Por segunda ocasión competirá por ese cargo la ex secretaria de Educación, el próximo año.
Por ello y por su trayectoria, siempre en el lopezobradorismo, desde los tiempos del PRD, le debían en la 4T un apapacho de consolación a Martínez Miranda. Armenta y Monreal no coincidieron con esa visión.
Se opusieron y lograron convencer a varios integrantes de la bancada de Morena y de la oposición.
A empujones, ganaron la tercera votación.
Fue también en una coyuntura de molestia en las bancadas lopezobradoristas del Senado, por el desdén de los secretarios de Estado a asistir a la plenaria de Morena.
La llegada de Alejandro Armenta a la presidencia de la Cámara Alta tiene un precio muy grande. Posiblemente no hemos visto todavía la factura que le tienen preparada en Palacio Nacional por su llegada.
Entre todas sus actividades actuales y su lejanía con los aspirantes del barbosismo, Alejandro Armenta ha quedado fuera de las invitaciones a las asambleas distritales a favor de Claudia Sheinbaum.
El escaparate natural a la sucesión. También fue relegado en las dos visitas que la presidenciable hizo a Puebla.
Si alguien tiene muy complicado el panorama, ese es él precisamente.
Armenta dijo que acudirá a la marcha a la que convocó el gobernador para defender a la 4T. Será el próximo 27 de noviembre.
Pero su marcha personal parece más cuesta arriba que nunca. Más solitaria que nunca. Más llena de piedras en el camino.
Le sigue apostando al choque de trenes entre su primo, Ignacio Mier, y el o la candidata del gobernador poblano.
Es decir: erigirse como el “tercero en discordia”. Muy incierto luce el futuro para el senador.
¿Qué va a hacer si finalmente Monreal, su jefe político, se va de Morena y rompe con la 4T y López Obrador?
¿Lo va a seguir? ¿Lo va a traicionar?
A pesar de todo ello, sería un error grave descartarlo.
Y es que “quien respira, aspira”, reza el viejo axioma político.