Lydia Ruíz Flores. El antifaz

 

LYDIA RUIZ FLORES es especialista en medicina de rehabilitación. Colaboradora del programa de radio “Sexo Sentido” en Sabersinfin.com, fundadora de los programas: “Inteligencia Sexual”, “Dar de sí”, “Rehabilitación para ti”.  En dicho portal ha publicado diversos artículos sobre lesión de los nervios.

 

El antifaz

 

Mi voz interior me dice que en mi vida hay mucho más dentro de mí que de alguna manera tengo que experimentar muchos momentos.

Mi conciencia simplifica, mirando mi interior y exterior. Mientras respiro lentamente siento un agudo dolor que llega a mi corazón y desaparece la inquietud del sentido de pertenencia.

Hasta ahora puedo escuchar mi voz lamentar: ¡cuántas oportunidades perdí!

Mi condición humana evoluciona aceleradamente por mí libre albedrío, puedo decir: ¡No al crecimiento! Creando una armadura que me protege del dolor y del placer, adormeciendo la realidad y cerrándome ante todo lo que me ofrece mi vida.

Como la maravillosa naturaleza no humana donde la conciencia de sí misma, no tiene interés material, pero sí un espíritu puro, su evolución se mueve lentamente, no se opone a su propio crecimiento dejando que sus raíces y ramas se expandan libremente.

Pero a pesar de mis miedos, busco continuamente la felicidad, pero, ¿dónde la encuentro?

La busco dentro de mí, en mis posesiones, logros y relaciones, y sólo encuentro una interrogación ¿Qué soy?

Para buscar mi felicidad usé un antifaz que me aparta todo el tiempo de la realidad, de todo lo que soy: sumisa, dependiente, agresiva, poderosa, serena.

Con el antifaz vivo en una mentira y adopto la personalidad que pretenda.

Puedo viajar, transformarme y penetrar en los rincones más inesperados de la inconciencia para evadir mi EGO que me impide llegar a los sentimientos más puros y conocer la felicidad.

El antifaz lo uso también para crear una impresión de mí misma hacia los demás y ser motivada para algo diferente y descubrir la dualidad en el dolor, el placer, la decepción, la satisfacción, la felicidad e infelicidad, y descubro que detrás del antifaz estoy yo misma y dejo de equipararme con los demás.