Nelly Jiménez O’Farrill. Su gran experiencia, en el sector filantrópico, le ha permitido ser miembro del consejo directivo de varias organizaciones de la sociedad: CEMEFI (Centro Mexicano para la Filantropía A. C.), Un Mañana para la Comunidad A.C.,
Antenas por los niños A.C., SEDAC (Servicio, Educación y Desarrollo a la Comunidad A.C), Casa de la Amistad para Niños con Cáncer I.A.P., Comisión Unidos en Contra De la Trata A. C.
Algunos de los reconocimientos que ha recibido son:
* del Grupo Expansión, como una de las 50 personas más importantes que transforman a México.
* de la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados Federales, por la construcción de un México mejor.
* del Club Rotario, por la colaboración con los ideales de servicio, interés por la comunidad y mejores relaciones humanas.
A tono con sus palabras: «… que nuestras acciones impacten socialmente, que creen consciencia y promuevan cambios positivos en la sociedad”; Nelly actúa movida por el amor y dentro de sus tantas pasiones ha descubierto que la literatura puede convertirse en vehículo para expresar inquietudes o reflexionar sobre la vida.
Bajo la tutela del maestro Miguel Barroso Hernández, en el Taller de Escritura Creativa Miró; adquiere las herramientas necesarias para narrar historias, reflejando temas universales.
Las nostalgias de Carlos
Frente al espejo, inconmovible, descubre cómo han pasado los años. Ya tiene arrugas muy marcadas, el pelo es más escaso y, a pesar de todo lo que ha sufrido, continúa esperando las sorpresas agradables que la vida le debe. ¡Lo merece! El reflejo le muestra a una persona íntegra, leal y justa que ha sabido defender sus creencias; pero no se siente satisfecho.
¿Qué necesita? Los ojos no mienten. El cansancio se nota en la luz que le falta a las pupilas. Dicen que los ojos son el espejo del alma. Pobre alma –piensa–, parece necesitar ayuda…
El aroma del hinojo y la yerbabuena, colándose por la ventana abierta, lo llaman. Un árbol de peras florece y le llegan recuerdos del cuadro de Van Gogh: “El pequeño peral en flor”. ¿Dónde vio esa pintura? Necesita recordar… Los pájaros, huyendo, anuncian la cercanía del águila; esa que apareció un día, mal herida y, él, cuidó hasta que pudo volar; volviéndose parte del paisaje. ¿Y a mí, quién me cuida? ¿Cómo sobrevive un hombre que va olvidándose de sí mismo?
A lo lejos, escucha gritos de alegría y risas. Seguro bailan, porque la música está a todo volumen. ¿Qué están festejando? ¿Me invitaron? –duda.
La mente le borra el presente, como borró el único secreto oscuro que quizás lo convirtió en un ser solitario. ¿Olvidar alivia el dolor?
Carlos ha perdido las fuerzas. El pasto está crecido, las vacas sin ordeñar, los huevos en sus nidos… Tiene hambre y una buena tortilla de patatas le puede devolver la energía. ¿Desayunó?
Necesita recordar, para volver a sentirse vivo. Tal vez debería poner el tocadiscos. ¿Mozart? Dicen que su música activa al cerebro; pero no sabe si quiere despertarlo, o es preferible no recordar y, así, no sentir nunca más.