Martha Elsa Durazzo Magaña. IV Los migrantes

Martha Elsa Durazzo Magaña (Veracruz, México. 1956)

Abogado, escritora, periodista y promotora cultural. Presidente de la Unión Estatal de Escritores Veracruzanos, 2006. Miembro de la Academia de Extensión Universitaria y Difusión de la Cultura, FES, UNAM, 2007. Miembro de honor de la Casa del Poeta Peruano, 2009. Autora de los libros: De cuántos cuentos y palabras (UNAM, 2008), Consume lo que Veracruz produce (IVEC, 2010), Para subir al cielo (IVEC, 2010), está publicada en suplementos y revistas culturales del país y coautora de más de dieciséis antologías y libros editados por diversas editoriales. Obtuvo la Medalla de oro de la Casa del poeta peruano en 2009 por su trayectoria como escritora y promotora cultural.

 

              IV

 

Los Migrantes

 

Son canto cuenta resultado del abandono

de las promesas en México

son pecho que se arriesga

a pasar por Arizona

y por otras partes

con piernas veloces firmes

corren se agachan o elevan

bajo el inclemente sol

o la noche

con sus serpientes

y nocturnos animales

todos cobijados

por la misma Luna

 

 

 

 

No hay diferencia

todos buscan lejos

alcanzar la milla

el sueño del país

del Norte

que puede convertirse

en pesadilla

de la que no se despierta

sino al escuchar

el escopetazo recibido

en el pecho

por pedir agua fría

 

Los emigrantes callan

sus recónditos

miedos

y sus deseos

de volver a casa

 

Los migrantes llevan

una valla tatuada

a lo largo del pecho

y de la espalda

y son los hijos

y nietos

que no les dejan

regresar a casa

 

 

 

 

Los migrantes en medio

de la noche son ricos

y sueñan con una reliquia

del santo patrono

del que les contaba

su madre

mientras las tortillas hacían

que era un santo muy grande

 

Los migrantes piensan

se duelen y lamentan

por pagar tan alto

el carro, la ropa

el último viaje

 

Ellos a sus hijos

también les hablan del santo

pero son árboles

con raíces echadas

en otros lares

 

Los migrantes con temor atenazante

huyen

de la «migra»

y un suspiro se les escapa

cuando ven que van

pasando los años

Los hijos y nietos callan

pero ya no creen

en el mismo santo.