Gabriel Sánchez Andraca
Varias veces hemos comentado en este espacio, la importancia que tuvo como diplomático humanista, como revolucionario y como educador, el poblano chiauteco don Gilberto Bosques Saldivar. Su estatura rebasa la de otros importantes poblanos cuyos nombres ostentan instituciones educativas, calles y avenidas y son mencionados en los libros de texto gratuitos de historia de Puebla que se distribuyen anualmente entre estudiantes de primaria y secundaria.
Esta omisión tiene un antecedente netamente político: Don Gilberto, fue candidato a la gubernatura del Estado en 1935 y su principal adversario lo fue el general Maximino Avila Camacho, un hombre muy especial, que sometió al Estado a una dictadura presidida por él, pero que siguió por años después de su muerte, pues dejó un grupo de poder bien ubicado llamado “avila-camachismo”, que terminó durante el gobierno del señor Fausto M. Ortega, entre 1957-1963, que recibió todo el apoyo de la Federación para hacer a un lado a los políticos que pretendían seguir en el poder en nombre de su antiguo jefe. El presidente de la república era don Adolfo Ruíz Cortines, quien desechó la renuncia de don Fausto, que la presentó por no aguantar las presiones del mencionado grupo.
Durante todo el periodo avilacamachista, intencionalmente fue boicoteado el nombre de don Gilberto Bosques, hasta que tal boicot fue roto por el Congreso del Estado, que presidido por una mujer, Manola Álvarez Sepúlveda, mujer inteligente, licenciada en derecho internacional y por tanto, conocedora de la gran labor que durante la estancia de don Gilberto en el consulado de París, durante el franquismo en España y el nazismo en Alemania, realizó para salvar la vida a miles de refugiados que querían abandonar Europa.
MANOLA PROPUSO QUE EL NOMBRE DE DON GILBERTO, fuera puesto en letras de oro, en los muros del salón de sesiones del Congreso del Estado, propuesta que fue aprobada por unanimidad y así se hizo cuando el homenajeado estaba por cumplir cien años de vida.
Roto el boicot, el Congreso de Puebla, en 1994 y presidido en ese entonces por el diputado Miguel Quirós Pérez ya fallecido, hizo la publicación de un libro conteniendo artículos, conferencias y pláticas que el maestro y diplomático poblano había dado a lo largo de una importante parte de su vida, abordando temas que todavía son de actualidad.
El Ayuntamiento de Chiautla de Tapia, su tierra natal, después del arreglo y modernización de la calle principal de esa población, también le puso su nombre.
Ya para entonces tenía varios años de que una gran avenida de la ciudad de Viena, capital de Austria, llevaba el nombre de quien había salvado a miles, se habla de más de 70 mil europeos, cuya vida estaba amenazada por los gobiernos fascistas de la Europa de ese tiempo.
Como embajador en Cuba, en los tiempos de la dictadura de Fulgencio Batista, salvó la vida de jóvenes revolucionarios que luchaban contra esa dictadura y entre ellos estaban los hermanos Castro Ruz, que fueron enviados a México como refugiados.
En Puebla fue diputado constituyente y autor de las leyes que protegían los derechos de los trabajadores estableciendo la jornada laboral de 8 horas y el pago del salario mínimo.
También en Puebla, fue líder estudiantil que inició un movimiento para excarcelar a un compañero que había sido detenido ilegalmente y para apoyar al movimiento revolucionario de 1910 que se iniciaba.
BUENO, AHORA LA DIPUTADA POR EL DISTRITO DE Izúcar de Matamoros, Azucena Rosas Tapia y el fundador de un grupo de chiautecos radicados en esta capital, el maestro Silvestre Alconedo, tienen proyectado solicitar al gobernador Barbosa Huerta, que el nombre y la historia de este gran revolucionario y diplomático, sea incluido en los libros de texto destinados a los estudiantes de educación básica y media de todas las escuelas de la entidad.
Esperan presentar esa petición en los próximos días en una entrevista que ya tienen concertada con el mandatario estatal.