José Antonio López Sosa
El hecho que la Guardia Nacional pase a manos de la Secretaría de la Defensa Nacional, resulta un mero trámite que se apoyó desde el poder legislativo, sobre todo con el voto de MORENA y sus aliados.
Mero trámite porque desde su concepción, se vilumbró como un cuerpo policial militar, a pesar que el presidente López Obrador dijera lo contrario, que se trataría de un cuerpo civil con un mando militar.
En el terreno de la realidad, donde el ciudadano de a pie habita a diario, la mutación de la Policía Judicial Federal, en Policía Federal Preventiva, para luego convertirse en Policía Federal y terminar como Guardia Nacional, no es más que un cambio de membrete, de uniformes y de mandos, porque al final del día los problemas han crecido y todos estos cuerpos juntos, han demostrado incapacidad de tener un país en paz y con los delicuentes detenidos y frente a los juzgados.
Sigo sin entender como el López Obrador de hace 15 años que se quejaba razonablemente de la militarización del país, el candidato que prometió regresar a la milicia a los cuarteles, sea el mismo que hoy da cada vez más poder y espacios al Ejército y la Marina.
Aeropuertos, aduanas, puntos de entrada migratoria, Guardia Nacional, transportes, comunicaciones, construcción de infraestructura, en fin, ignoro cuál es el motivo por el que López Obrador pretende darle todo tipo de responsabilidades, atribuciones y poder al Ejército y la Marina. Lo peor es que nunca ha dado una justificación clara de su cambio de visión, él considera que con decir «no somos iguales» todos debemos asumir sin mayor explicación que lo que hace y decide, está bien, a pesar que contradiga sus propios principios.
Me llama la atención también, el grupo de seguidores disfrazados de analistas (o que antes fueron analistas y hoy se convirtieron en seguidores incondicionales), que aplauden estas decisiones cuando antes también, estuvieron contra la militarización. Inadmisible.