Abel Pérez Rojas
¡Levántate ya!, te dice tu Maestro interno
Abel Pérez Rojas
La poesía es el resorte, el fulcro necesario, el esfuerzo adicional, la vitamina indispensable, la mano invisible, la grúa y la estatua cuando nos encontramos tristes y se dificulta ponerse de pie y continuar en la brega.
La poesía es como el traje de súper tecnología que potencia al flacucho oficinista de una historia de cómics, que le convierte en el cuasi invencible contrincante por su fiereza entrega.
Es como el suplemento alimenticio, la bebida energetizante, la bocanada de aire adicional que orilla a realizar el sprint final, las dominadas extras, el punto y seguido de una sesión de entrenamiento.
Es como el quitamanchas que recomendaba la abuela para los pantalones de peto impecables, el desnublador de cielos pastel de una historia de fantasía, como la puerta oculta de una trampa infranqueable, el soplo que da vida a las masas de burdo barro.
Estás equivocado / si crees que todo es gris, / también lo estás / si piensas que no hay solución. / Sentirte como ratón atrapado / es ficticio, / no es real, / es pasajero, / es estado anímico de barro.
La poesía es una especie de sacudidor del moho que oxida las articulaciones del ánimo, reacción química psicológica que conmueve, blande, cimbra, quita del modo “punto muerto” del estancamiento en el que muchos hemos caído.
No todo es gris, ni todos los días son nublados en el mundo de la poesía. No hay región que escape a los rayos vivificantes del sol de la inspiración, por más profundos y recónditos sean.
Céntrate en los bellos momentos / esos que has vivido muchas veces, / haz recuento de quiénes te aman, / cavila en los desconocidos que te han apoyado.
La poesía es una especie de filtro a través del cual se pueden plasmar los momentos que nos rejuvenecen, que nos recuerdan nuestras raíces y la absorción de nutrientes que están bajo el suelo que guarda de la erosión los valiosos nutrientes.
La poesía es el pase de lista de las filas de incondicionales y almas bondadosas, quienes nos guiaron cuando la venda nos cegaba y la desnudez nos reprochaba la pobreza de nuestros saberes en el mundo gélido de la ignorancia, la mediocridad y la falsa fortaleza.
Es nombrar a quienes perdieron su denominación en la masa, pero recuperaron su nombre a través de su empatía, los mismos que nos devolvieron la fe en la amistad, la solidaridad y el desinterés.
Abrázate y hazlo muy fuerte, / tan fuerte que te recuerde / el amor materno, / la incondicionalidad fraternal, / la bendición matutina / y el perdón nocturno.
Abrazo de reconciliación con uno mismo, interconexión y restablecimiento de la señal entre mente y corazón; mentecorazones que anidan y replican la maravilla de un nuevo día.
Maravilla nocturna del ciclo que se cumple, maratón de manecillas en el velódromo del devenir. Fuga de reos del centro penitenciario de la rebeldía proscrita.
Así que nada es tan gris / ni tan oscuro / que no sea disipado por el amor, / por el cariño y por la amistad.
Jarabe que la sabia madre aprendió de las ancianas del pueblo, caricias que no las borra el tiempo, fórmula que todo lo sana y lo cura.
En tono de los cuarentas de Infante, inspiración de Esperón y Urdimalas (Mi cariñito. 1947):
Cariño que Dios me ha dado para quererlo, / cariño que a mí me quiere sin interés, / el cielo me dio un cariño sin merecerlo, / mirando ¡ay! esos ojitos sabrán quién es, / con ella no existe pena que desespere / cariño que a mí me quiere con dulce amor / para ella no existe pena que no consuele / mirándole su carita yo miro a Dios.
Un paso al frente y luego otro. Después del tercero el noveno y luego la carrera.
Abrir los ojos, romper la horizontal, salir del corruptor lecho.
Abracadabra que rompe cerraduras, despertar del Maestro; adopción de la brújula y posesión del timón.
Ítaca y el retorno al hogar que merece quien no se rinde ni se vende.
Sal de ese estado, / ¡levántate y anda! dijo el nazareno, / ¡levántate ya! te dice tu Maestro interno, / hazle caso / presta oídos / ¡levántate ya!
La poesía está a nuestro lado para levantarse, para no caer, para ir a la búsqueda de la utopía.
Quienes viven la poesía como algo serio, como aquello sin lo que no se puede vivir pueden dar fe de lo que aquí he dicho aderezado con líneas de mi poema ¡Levántante ya! (Febrero, 2019).
Sí, la poesía es lo grabado y lo callado por la insuficiencia de las palabras, de las formas, de las superficies.
Genio del arpa que Bécquer inmortalizó en sus versos:
Del salón en el ángulo oscuro, / de su dueña tal vez olvidada, / silenciosa y cubierta de polvo, / veíase el arpa. / ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, / como el pájaro duerme en las ramas, / esperando la mano de nieve / que sabe arrancarlas! / ¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio / así duerme en el fondo del alma, / y una voz como Lázaro espera / que le diga «Levántate y anda»!
¡Levántate ya!, ¡vuela!, ¡corre!, ¡pero no mueras lentamente echado en la comodidad del reposo perturbador, ni en el agotamiento del fatuo acontecer!
Levántate conmigo. / Nadie quisiera / como yo quedarse / sobre la almohada en que tus párpados / quieren cerrar el mundo para mí. / Allí también quisiera / dejar dormir mi sangre / rodeando tu dulzura. / Pero levántate, / tú, levántate, / pero conmigo levántate / y salgamos reunidos / a luchar cuerpo a cuerpo / contra las telarañas del malvado, / contra el sistema que reparte el hambre, / contra la organización de la miseria. / Vamos, / y tú, mi estrella, junto a mí, / recién nacida de mi propia arcilla, / ya habrás hallado el manantial que ocultas / y en medio del fuego estarás / junto a mí, / con tus ojos bravíos, / alzando mi bandera. (Pablo Neruda. La bandera).
¿Tristeza? ¿Depresión? ¿Sientes que la vida vale poco? ¿Derrotado? ¡Levántate ya!, ¿aún dudas del poder sanador de la poesía?:
Cuando pienses que ya estás demasiado grande para seguir caminando… ¡Levántate!
Si crees que la pendiente es sumamente empinada… ¡Levántate!
¿Piensas que la carga es enorme y tus fuerzas son mínimas?… ¡Levántate!
¿La neblina es tan espesa que no te deja ver más allá de tus narices?… ¡Levántate!
Aquél que dijo que era imposible, tal vez no escuchó en su interior la voz íntima que le decía: ¡Levántate!
¡Levántate y anda! le dijo el Maestro a Lázaro, y caminó no por obra externa, sino porque en el fondo siguió la voz… su voz… su propia voz que lo impulsó.
¡Levántate! ¡Levántate! ¡Levántate! ¿Acaso no te percatas que ya estás de pie? (¡Levántate! Abel Pérez Rojas. 2008)
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com