Victor de Regil
En las pasadas elecciones internas de Morena, el gran ganador de la contienda tiene nombre y apellido: Miguel Barbosa. A su vez, el Gobernador dejó en claro que él tiene el control del aparato de movilización en Puebla; esto lo demostró desde la consulta de ratificación de mandato, donde le entregó casi un millón de votos al presidente López Obrador, una cifra nada despreciable que pocos pudieron entregar.
Y es que, a pesar del acarreo, compra de votos, coacción y hasta las amenazas de quitar programas sociales, con que los opositores al gobernador Miguel Barbosa Huerta intentaron llevar votos a sus causas para ganar consejeros estatales, el barbosismo finalmente barrió a los grupos de los Abdala, de Nacho Mier, de Claudia Rivera Vivanco y los Méndez. Ellos que, por cierto, fueron los responsables del desorden, la violencia y la tensión en la jornada del sábado. Ellos que intentaron convertir la elección interna de Morena en el Planeta de los Simios.
Resultados finales han confirmado que los aliados de Barbosa Huerta lograron 116 de los 150 lugares en el Consejo Estatal del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Con ello, será el barbosismo la corriente que defina las posiciones del Comité Ejecutivo Estatal (CEE).
El presidente, hombre o mujer, será poblano o poblana. De eso no hay duda.
Se renueva así realmente, desde sus cimientos, la dirigencia estatal de Morena en Puebla. Por más de cuatro años estuvo acéfala. Estatutariamente no hubo presidente.
Todos los cargos se parcharon para que hubiera sustitutos, temporales, provisionales, encargados…
Secretario en funciones de presidente, delegado en funciones de presidente, encargado de despacho, encargado del encargado… fueron los membretes que existieron pero que se encontraban fuera de la legalidad.
Llagaron hasta fuereños sin conocimiento mínimo de la historia poblana y de la política local.
Es el caso del actual delegado en funciones de presidente, Aristóteles Belmont Cortés, quien no sabe en Puebla donde queda el norte o el sur; la derecha o la izquierda.
Él que operó como personero de Nacho Mier.
La nueva configuración del Consejo Estatal garantiza la renovación efectiva.
El partido permaneció, y así se vio con las candidaturas en 2021, al servicio de una cúpula.
De un puñado.
Ahora la participación y las decisiones se ampliará a la militancia, a los fundadores, así como a los cuadros.
Con ello, además, se asegura que la distribución de las candidaturas del crucial 2024 sea democrática.
No habrá cuotas. Ni cuates. Deberá también acabarse con el nepotismo, ese que tanto han fomentado personajes como Nacho Mier.
No se podrá poner a las hijas y a los hijos, sin méritos y sin capacidades, como candidatos. El caso del clan Mier es el más claro con estos abusos. También en el matrimonio Evangelista. Claudia Rivera Vivanco y sus aspiraciones de ser candidata -a lo que fuera- en 2024 también se esfumaron ese sábado.
Un hecho que llamó mucho la atención es que el senador Alejandro Armenta, quien es el mejor posicionado para hacerse de la candidatura al gobierno de Puebla en 2024, no participó en este proceso y prefirió no jugarle las contras al gobernador. Dicha decisión se entiende más como una estrategia política para quedarse con dicha candidatura.
La utilización de recursos públicos del impresentable Rodrigo Abdala, sobrino político de Manuel Bartlett, fracasó completamente, ya no queda lugar para que Abdala compita por la alcaldía o la gubernatura de Puebla, sus aspiraciones quedan acabadas.
La complicidad de esos tres grupos fue insuficiente.
Quedó muy claro que no representan nada.
Eso sí, deberá haber sanciones. Por la violencia que buscaron imprimirle al proceso. Por el intento de comprar conciencias. Por las marrullerías. Por el uso de los padrones de los programas de Bienestar. Por la compra de votos. Por el chantaje. Por intentar que Puebla fuera el Planeta de los Simios.