EDITORIAL
La pandemia de Coronavirus no da tregua y siguen siendo decenas de poblanos los que diariamente se contagian por este virus. Sin duda, uno de los sitios de mayor concentración de gente y mas probabilidades de contagio es en las unidades del transporte público, por lo que urge tomar medidas mas drásticas.
Y es que, en medio de la peor pandemia de los últimos años, el transporte público ha encendido las alarmas pues, ni pasajeros ni conductores, parecen querer acatar las medidas básicas de prevención y tampoco no hay nadie sobre los vehículos para constatar que en su interior es sanitariamente seguro.
La única excepción ha sido el servicio de metrobus, RUTA, en sus tres líneas. En donde en cada estación encontramos personal tomando temperatura, repartiendo cubrebocas, aplicando gel antibacterial y sanitizando las unidades, así como vigilando que las unidades no tengan sobrecupo y se mantenga la sana distancia.
De las demás rutas, los choferes se abstienen en un enorme porcentaje de portar cubrebocas, caretas y lentes, argumentando la incomodidad de su uso por el calor y el encierro. Solo en los paraderos de salida y en algunas paradas intermedias los usuarios y despachadores parecen seguir las recomendaciones de las autoridades, pero una vez a bordo de las unidades la situación cambia y es constante ver a los ocupantes hacer a un lado el cubrebocas.
A su vez, no se está respetando la distancia que deben de haber entre pasajeros que ocupan un asiento dentro del transporte, lo que incluso ha causado molestias dentro de los mismos usuarios que ha terminado en conatos de bronca.
De hecho, se tolera que cantantes, declamadores, músicos y comerciantes ambulantes ofrezcan sus productos o brinden sus espectáculos al interior der las unidades, sin ninguna barrera de protección entre ellos y los pasajeros.
Y aunque se les ha pedido a los concesionarios de unidades que operen los vehículos a la mitad de su capacidad, la necesidad de sacar los gastos operativos hace que muchos prestadores de servicio ignoren esa recomendación y saturen sus unidades con pasajeros que, de igual modo, prefieren llegar los mas pronto a su destino que esperar un transporte con espacio y condiciones óptimas de sana distancia.
Esto nos hace ver que buena parte de los choferes que prestan el servicio no cuentan con un sueldo base y perciben solo una parte proporcional de lo que ingrese por concepto de pasaje, además de que las empresas deben absorber los gastos de sanitización que se les exige para poder operar y que incluso casi siempre son los trabajadores del volante los que deben de pagar de su bolsa el combustible y hasta las multas cuando llegan a ser sancionados.
Por su parte, la Secretaría de Movilidad y Transporte ha infraccionado a 166 unidades en los últimos 3 meses por haber rebasado el 50% de su capacidad, medida que fue implementada para inhibir el número de contagios.
Del periodo que comprende del 30 de marzo al 30 de junio, esta Secretaría implementó 650 operativos en todo el Estado, de los cuales se supervisaron 8 mil 400 unidades de transporte público, siendo la mayoría de estos en la capital del Estado.
Esto, a pesar de que durante la contingencia sanitaria, en Puebla el uso del transporte público bajó 61% en su demanda diaria, de acuerdo con el estudio “Apuntes hacia la nueva movilidad”, realizado por la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM) capítulo Puebla.