POBREZA
El abismo de miseria llevado entre los dedos de la mano.
y en el pensamiento, aloja pesado,
compromiso sobre mis hombros.
Apagar necesidades primarias,
de los míos
clavar mis gritos inaudibles en paredes del viento.
Luego silencio, después de saciar la sed y hambre.
Herencia urdida en telarañas de polvo.
Las casas viejas habitadas,
ahí no tienen nombre los sueños.
Ni las siestas tomadas después del condumio único del día.
Los misterios silenciosos del destino.
Y la ensimismada sombra de la tarde.
¿La pregunta bulle ahora y mañana que será de nosotros?
En el negro sufrimiento,
en la borrada historia del amanecer.
Los pensamientos, tenidos en una tarde cualquiera.