EN LAS NUBES
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Como lo hará en Palacio Nacional la noche del 15 de septiembre, lanzó tres vivas a México, en el jardín de las rosas en Washington, ante un sonriente Donald Trump, nuestro mandatario Andrés Manuel López Obrador.
“Somos amigos y vamos a seguir siendo amigos” dijeron ambos en sendos discursos en la Casa Blanca.
Decimos con franqueza y satisfacción que López Obrador cumplió con el mandato Constitucional de respetar y hacer respetar la soberanía de la Nación
Fallaron los pronósticos de los resentidos.
De quienes hemos hablado y señalado con oportunidad.
Sobre ello y la llama de la esperanza el arquitecto Enrique Alanís Camino y su esposa la excelente pintora, doña Lourdes, nos escriben.
“Estimado don Carlos Ravelo Galindo queremos super felicitarte por tu artículo periodístico el cual nos revivió, dándonos ánimo para seguir.
Nos indica que todavía existen en México personas integras e inteligentes que ven la realidad del país.
Que esta corrupta e inepta gente que nos dejó y que muchos queremos modificar con conceptos claros y actitudes honestas.
Y no con ataques de ardidos sobre todo entre algunos y algunas periodistas.
No me explico cómo insultan al que trata de hacer un mejor país y defienden a los que lo hundieron y se dedicaron a robarlo.
Gracias por tus claros y atinados conceptos y por tu valentía al expresarlos.
Recibe nuestro cariño y aprecio que siempre te hemos tenido. Lourdes y Enrique.
Sí, son encadenamientos de los que nos habla también don Fernando Alberto Irala Burgos.
Pero antes algo, para los que no saben pedir.
Así nos pasa en México. Sobre todo, a los resentidos, amargados. A los que les cerraron las arcas del publo:
Una viuda se encontró con una lámpara (estilo Aladino), la cual frotó con mucha emoción.
A ver que me encuentro dentro de esta cosa.
En ese momento se aparece un genio y le dice: tú eres mi ama y porque me has liberado y te concederé tres deseos; ¿dime cuál es el primero?
La mujer muy emocionada:
“Quiero muchos hombres jóvenes que enloquezcan por mí, rubios, morenos, altos, bajitos, de todo un poco”
Concedido
Cuanta emoción ¡ahora quiero mucho, mucho dinero!
Concedido
Me quiero morir de la emoción
Genio: ¡concedido!
Cumplió con su palabra.
Hay que saber pedir. Palabra.
En el resto del país, hay incluso quien señala que por vez primera los capitalinos experimentamos lo que en vastas zonas del territorio nacional se vive a diario, tal vez con la única diferencia de que la policía nunca aparece, o llega cuando todo ha concluido.
Mucho es lo que hay que hacer a partir de ahora. Por lo pronto hay que dejar de mandarles abrazos a los malhechores, y a sus madres, retirarles el saludo.
No habían vivido los habitantes de la ciudad de México un atentado de la dimensión y organización como el que intentó acabar con la vida del secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch.
Por años, por lustros, aun un tanto escépticos, los citadinos nos habíamos creído el espejismo sostenido por las autoridades: aquí no hay crimen organizado.
Las evidencias nos decían reiteradamente lo contrario, pero no deseábamos enfrentarnos con la realidad.
Así, el narcomenudeo, el secuestro, la extorsión y el derecho de piso, fueron creciendo en vastas zonas de la capital, desde la periferia hasta barrios populares del corazón de la ciudad, incluso en las colonias y calles de diversión y consumo suntuario.
Algunos capos aquí avecindados los tuvo que detener o abatir la Marina o el Ejército, ante la evidente complicidad o sometimiento de la policía local.
Empezaron a ser frecuentes ejecuciones nocturnas o a la luz del día, no sólo entre integrantes y líderes de las bandas, sino de comerciantes y empresarios que se negaron a doblegarse ante los criminales, o de víctimas de secuestro, se pagase o no el rescate.
También han sido ejecutados hasta testigos “protegidos”, o funcionarios policiacos y exmilitares de menor visibilidad que García Harfuch. Alguno hasta rematado en el hospital.
Pero esta vez la audacia fue demasiado.
Tanto que por un lado los altos mandos de seguridad federales fueron advertidos con semanas de antelación, aunque vagamente, de lo que venía.
Tanto, que el propio García Harfuch, apenas un par de horas después de la emboscada, pudo señalar sin duda alguna el origen de la embestida.
La respuesta policiaca fue inmediata y en cierto sentido impecable.
Pocas horas después ya se había capturado a la mayor parte de los implicados, incluso a quien se señala como el autor intelectual, aunque más bien se trata del gerente que obedeció al verdadero maquinador de la aventura.
Sin embargo, la historia no ha terminado.
Los matones no lograron su objetivo, pero el cartel que lo ideó sólo perdió unas pocas armas y unos cuantos sicarios. De ambos, tiene por cientos, tal vez miles.