Muchos dicen que el poder enloquece, a otros más, los vuelve criminales. Y es que nos preguntamos qué es lo que tiene el poder, especialmente en Puebla y señaladamente en los últimos tiempos, que termina envolviendo a sus protagonistas en casos criminales o finales trágicos, que parecieran ser producto de una especie de locura. Y es que la aprehensión del ex candidato del PRI a gobernador, Javier López Zavala, tiene elementos que confirman esa hipótesis de que el poder enloquece, al grado de generar una especie de demencia.
Javier López Zavala sacudió a toda la clase política y social de Puebla. A todos impactó la noticia de que él, presuntamente, es el asesino intelectual de su ex pareja por un tema exclusivamente familiar.
Personajes que hace poco más de una década vivían los excesos y la embriaguez que dan los cargos y el dinero y que estaban en la gloria de sus vidas, hoy están en el infierno de la cárcel o en el panteón.
En la lista encontramos a varios. Está Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso, muertos. Eukid Castañón, el temible operador del morenovallismo, preso.
El ex gobernador Mario Marín Torres también encarcelado. El ex diputado de Morena Saúl Huerta Corona, preso por ser un presunto depredador sexual.
Y tantos otros exiliados, retirados o tratando de actuar bajo las sombras.
Gente como Alfredo Arango que estuvo un año en la cárcel; personajes como Xavi Albizuri, Javier García y Adolfo Karam, se encuentran prófugos de la justicia.
Hoy se sumó a la lista López Zavala. El caso es gravísimo y destapará una terrible historia llena de abusos y de excesos.
Javier López Zavala ya no estaba en el círculo de poder. Desde el morenovallismo, cuando se convirtió en un delator de sus compañeros priístas y en un facilitador del gobernador que lo venció en las urnas, se extinguió su influencia.
Luego coqueteó con irse a la Cuarta Transformación, aunque no tuvo éxito.
Su relación personal con la penalista Cecilia Monzón se remonta a sus días de poder, de gran poder, como secretario de Gobernación del marinismo.
Como candidato del PRI, partido que se ha deslindado de él ante este escándalo, a la gubernatura en 2010. La mano poderosa, entonces, de Zavala, movía muchas cosas. Definía muchos destinos, intervenía en todas las decisiones de poder y de su partido. Sencillamente era el hombre más poderoso del marinismo
De resultar que es responsable intelectual de crimen de su ex pareja, supondríamos que algo de esas reminiscencias del poderoso había todavía en su mente. Del influyente. De quien cree que el poder es para siempre y que nunca lo podrá alcanzar el lento pero a veces eficaz brazo de la justicia o la ley, porque es “especial”.
De quien estuvo a un milímetro de gobernar Puebla. Por cierto, se iba a casar nuevamente en unos días.
Javier López Zavala vivía como si siguiera en el poder. Como si su tiempo, que fue tan efímero, fuera eterno.
Pero los que sí es una realidad es que algo les pasa a esos personajes; algo que se parece a la locura, a una que es incurable.
Aterra los detalles con que la Fiscalía de Puebla la cual, dicho sea de paso, mostró un trabajo excepcional en este caso, describe la forma en como Zavala junto con sus cómplices, uno de ellos su sobrino, detallaron y planearon este asesinato con algunas semanas de anticipación. Según la fiscalía, Zavala proporcionó el arma con la que mataron a su ex pareja, la moto con la que le dieron alcance.
Como las enfermedades de las que no se ha encontrado una cura.
Hoy tristemente el caso López Zavala es otro, el enésimo capítulo de una película de terror que, no por repetida, por recurrente, deja de sorprender e impactar a propios y extraños.