Martha Elba Castelán Cuspinera. La mirada del colibrí IV

 

Martha Elba Castelán Cuspinera. Desde el Taller de Escritura Creativa Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández, en Veracruz; Martha escribe fragmentos de una historia que, por instantes, la toca muy de cerca. De manera sencilla, pero certera, habla del amor, de la familia y de tristezas que a la larga se transforman en felicidad. Con la pasión de quienes, a través de la literatura, abrazan al mundo; Martha nos invita a reflexionar. El crecimiento de esas mujeres que han tomado las riendas de su vida, está presente en cada uno de sus textos.

 

La mirada del colibrí IV

 

Justo a los 9 años, hice mi primera comunión, junto a mi hermana Abrilita que había cumplido 7. Con mucha responsabilidad, asumí todas las tareas que implicaba la ceremonia. Pensaba que recibiendo al Niñito Jesús y bajo el acto de confesarme, podría expiar mis culpas y convertirme en niña buena.

Mamá se lució comprándonos unos vestidos espectaculares en la ciudad de México. Completamente de blanco, con finas telas, encajes y una corona de rosas, también blancas, parecíamos ángeles.

Recuerdo que, antes de la celebración, nos llevaron al estudio fotográfico. Más allá de contar como otra sacudida en mi mente, la fecha quedaría grabada para la posteridad. Era el 5 de mayo de 1969, mientras algunos poblanos –que lo recuerdan– celebraban el aniversario de la batalla encabezada por Ignacio Zaragoza contra el imperio francés; mi hermanita Abril sostenía en sus brazos –frente al flash de la cámara– la imagen del Niño Jesús.

Llegó mi turno de posar y colocaron en mis manos una cruz grande, como de 50 cm, con la imagen de Jesús sangrante, atormentado, flagelado, con un gesto de dolor impresionante. Lo abracé contra mi pecho… Irremediablemente, aceptaba sostener su cruz como la mía.