AMELIA RESTREPO HINCAPIÉ. Nació en Santa Rosa de Cabal y reside en Pereira Risaralda, Colombia. Educadora, poeta, escritora, investigadora, fundadora y presidenta de la Fundación Academia Colombiana de Historia, Literatura y Arte. Directora del Laboratorio de Historia y Memoria Histórica Martha Lucía Eastman Vélez. Maestra tutora del club de lectura Quijotes y de Teatro Histórico Molinos de Viento. Medalla Manuelita Sáenz como Mujer Líder de Risaralda otorgada por la Sociedad Bolivariana de Pereira y el Colectivo Risaralda Fuerza Mujer. Premio de Difusión Cultural otorgado por la Academia Latinoamericana de Literatura Moderna y la Sociedad de Historiadores de Latinoamérica. Medalla de Honor concedida por la Asociación de escritores del Orbe (AEADO). Ha publicado tres libros relacionados con innovaciones educativas, tres libros de poemas: Amelia una voz puerta del alma, Piedra encendida y Corceles de fuego. Tiene poemas y cuentos publicados en varias Antologías Internacionales. Sus libros inéditos son: Cartografía de la Sangre y dos series de libros de cuentos infantiles.
Milagrera taza de café
Cuando te pesen los recuerdos,
cuando se te arrugue el alma
y sientas que unas gotas ligeras
se escurren por sus ventanas.
Cuando veas que tus abismos
están cubiertos de sombras.
Cuando en tu río haya lama
y notes que por ella
en sus piedras te resbalas.
Una taza de néctar de dioses
debes acercar a tus labios
y pasarla al paladar
degustándola con calma.
Si celebras victorias
y exultas de alegría,
si cantas aleluyas
en lugar de aves marías.
Si nada te ha sido adverso
y atenazaste al fracaso.
Si lograste la fortuna
de ser parte en todo lado.
Si traspasaste las peñas
de dudas y de nostalgias,
unos sorbitos de gloria
de esta pócima de encanto,
mereces darte en buen pago.
Tiene sabor a montaña,
a camino campesino,
a sueños de chapolera,
a comunión de libélulas,
a canasto, a carriel, a ruana
y a siembra de esperanzas.
Tiene olor a tierra buena,
a escapulario y camándula,
a corredores y surcos
rojos por lo enamorados.
Cuando la saboreas,
escuchas al viento y al agua
en bandolas, tiples, guitarras.
Y bailas aún sin saberlo
bambucos, pasillos, boleros,
y música de parranda.
Esta taza, en conjunción precisa
de negro, dulce y amargo,
acuña en ti con tal fuerza
un sentimiento de patria,
que te sientes labriego, cafetero,
arriero y hasta buen paisa.
Y te prometes con cruces
que nunca vas a olvidarla
o que siempre regresarás,
o a lo mejor ni te vayas.
La razón es que
esta milagrera taza,
hecha de sonrisas y lágrimas,
te enraíza con esta tierra
porque tiene en ella encerradas
sus canciones, sus poemas,
sus trovas y todas sus chanzas;
sus cuentos, leyendas y refranes.
Y al compartirla comprendes
lo que ata una amistad
y sientes que tu heredad
está entre los cafetales.