Hay un tema que, por la misma situación que vive el país y el mundo, se encuentra casi perdida u olvidada en el flujo informativo diario, ha quedado la advertencia del gobernador Miguel Barbosa Huerta de que Puebla requiere “una reforma electoral profunda, que inclusive incluya una reforma constitucional, pero nos ganó el tiempo”, que data del 1 de julio de 2020. La inmejorable oportunidad para concretar estas modificaciones de fondo a las reglas electorales locales vendrá luego de la aprobación de la reforma lopezobradorista que, también sobre la materia, está lista para llegar al Congreso de la Unión.
Y es que ni el actual régimen estatal se realizó ya una primera reforma que aprobó la anterior LX Legislatura local, a finales de julio de 2020, en el límite del plazo para que estuviera vigente en el proceso intermedio de 2021.
Recordemos que, con ésta, se prohíbe la propaganda electoral en portadas de revistas, promoción de libros, transporte público, anuncios de entrevistas o de diarios. Aquella manera que aprovechó tanto el morenovallismo para la propaganda electoral.
Y es que, en aquellos tiempos, simulaban promocionar revistas o libros en espectaculares, cuando en realidad era publicidad personalizada de algunos personajes, donde se invertían millones de pesos.
Sin embargo, la reforma electoral que realice el Congreso del estado, cuya iniciativa puede enviar el titular del Ejecutivo, deberá estar en sincronía con los cambios a las normas nacionales, en primer lugar.
En segundo, con la redistritación federal y luego local, que el IFE realice sobre el territorio poblano.
Ya sabemos que, de 15 distritos electorales federales que son actualmente, Puebla regresará a tener 16, como fue en varias elecciones, hasta 2010.
Pero también, y como principal condición, la reforma local deberá estar en sintonía con la reforma federal.
Poco se sabe a ciencia cierta de la iniciativa que tiene lista el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Un dato que se conoce es que pretende acabar con los plurinominales o, al menos, su reducción. Un ofrecimiento añejo de la izquierda. Actualmente, son 200 plurinominales en la Cámara de Diputados, del total de los 500. Los otros 300 son de mayoría relativa, los que sí deben salir a pedir el voto y ganar en tierra su curul.
En el Senado de la República, de los 128 escaños, 32 son plurinominales o de Lista Nacional. Si desaparecen, San Lázaro quedaría solamente con 300 representantes. En tanto, la Cámara Alta tendría 96.
Pero ¿y qué ocurriría con los 15 legisladores y legisladoras de representación proporcional, pluris, del Congreso del Estado de Puebla? ¿También deberían desaparecer? Sin duda se adelgazaría el Poder Legislativo local.
Se ahorraría dinero y se agilizarían los procesos parlamentarios. Los más damnificados serían los partidos que no ganan ni una elección en tierra, en los 26 distrito locales que tiene la entidad. Hay personajes políticos que jamás han ganado una elección y han sido diputados locales y federales, así como senadores.
Por supuesto, quedarían sin curul los dirigentes partidistas, que son quienes se reservan para sí esos lugares.
Por ejemplo, si hoy eso estuviera vigente, no estarían en el Congreso local ni Néstor Camarillo, ni Jorge Estefan Chidiac, por el PRI. Ni Eduardo Alcántara Montiel, ni Rafael Micalco, por el PAN. Ni Daniela Mier, ni Carlos Evangelista, ni Édgar Garmendia, por Morena.
Que, por cierto, si no cambian las reglas, pueden buscar hasta la reelección plurinominal. Son ejemplos de lo que se puede venir con dicha reforma electoral.
Ya veremos.