Veredas de amor
Las veredas se pueblan de amor
por tu presencia.
¿A dónde van nuestros caminos?
Partimos a floridos azahares
eres sólo tú, en mi mundo…
desnuda en el lecho.
Luna y cielo dieron dádivas supremas.
Inquieta, insomne; me llamas;
regresas a mí, a la boca del mundo.
Cantas a la noche libre melodía.
La lluvia levanta, cita textualmente
la franqueza fluvial de elementales ocios.
Agudo recuerdo de lluvia
exhuma ciegos ruidos.
Te conviertes en vereda, en cordillera…
buscas el río.
Eres todos los sitios de mi mundo.
Se conjugan miradas de otras vagas geografías.
En brasas se funden tiempo y espacio.
Amor de mágica osadía,
amor de desoladas estaciones.
La noche extiende su dominio.
Dormiremos milenios,
parentesco secreto de ríos.
Lluvia y agua sus mantos evaporan,
el amor astilla, su sonido vacía en olas.
Eres breve, etérea, libre, insombre.
La luz baja su peldaño,
devela el borde virginal del lienzo.
¡Libérame de la tentación!
Inmensos nos sentimos
en helado beso de nostalgia.
Recorremos llanuras de piel.
Ostias sin consagrar…
en la insaciable sed de la carne.
Eres ingente, inobjetable.
Tocamos cielo y tiempo pretérito,
borramos palabras taciturnas…