Javier López Díaz, un ser humano sencillo y comunicador intenso, murió en la cumbre de su carrera y con 33 años de labor periodística ininterrumpida, como el líder de la radio en Puebla y, sólo así, ahora es posible concebir que perdiera ese trono. Solamente muerto ha dejado de ser el rey.
La manera súbita e inesperada en que se nos ha adelantado es especialmente dolorosa. Un infarto, fulminante, como a veces sorprende la muerte. Con la madurez, la sabiduría y la energía de un hombre de 60 años.
Javier López Díaz llegó hace más de tres décadas con un don especial al arranque de su carrera de comunicador. Comenzó en El Heraldo de Puebla y en Radio Oro. Un periodista del antes de las redes sociales y del Internet. Un profesional que debió forjarse al micrófono, en el día a día, desde el frío de las madrugadas en que comienza la labor informativa. En la disciplina del rigor del diarismo.
Se trataba de un locutor también de voz profunda e inconfundible. Con su toque inusual, que fue puliendo con los años. Tuvo la capacidad de saberle hablar directamente a los grandes auditorios, a la gente, al pueblo.
Logró una comunión especial con lo que coloquialmente conocemos como “el Pueblo”. Ese fue el auditorio al que informó y que, a su vez, nutrió sus espacios noticiosos con comentarios, denuncias y datos.
Javier López Díaz y los poblanos que conforman ese auditorio popular, se entendieron a la perfección. A no pocos ayudó con su especial sentido humanitario y siempre solidario.
Como todos los seres humanos, no era perfecto, pero tenía sin duda el don de transmitir emociones e informar en tiempo real hasta el corazón de los hogares poblanos.
Como todos los que nos dedicamos a esta profesión, también debió lidiar con el poder político. Con varios gobernadores. Algunos de triste memoria y nada gratos en su trato. Supo hacerlo y permanecer.
En resumen: sobrevivir, contra viento y marea, pero siempre como el líder de la radio.
La despedida que su equipo colocó en sus cuentas de redes sociales dice mucho de su empatía con la gente:
“Usted y yo nos conocimos e hicimos un lazo más allá de la radio. Gracias siempre por su cariño y confianza”, dice el texto con la imagen de él, con el rostro sereno y los brazos cruzados.
A lo largo de su carrera, el año 1989 fue clave, pues se convirtió en el conductor de “Buenos Días” en la HR, que luego emigró a Cinco Radio.
Hizo una mancuerna muy exitosa con la empresaria Coral Castillo de Cañedo. Se convirtió en el termómetro, el espíritu, el pilar y la columna vertebral de esa empresa.
A ella, a su esposa Lupita, a su hija Sary, a sus amigos y a todos sus fieles seguidores, nuestro sentido pésame.
Otros dos pilares de la comunicación poblana, Juan Carlos Valerio y Carlos Martín Huerta, amigos y compañeros muy cercanos a Javier, han lamentado desde el profundo cariño su partida. Eran grandes amigos.
La pérdida es para muchas generaciones de radioescuchas, que a lo largo de los años lo convirtieron en el indiscutible líder del cuadrante.
La tristeza es también nuestra, de todos los que hacemos Semanario Siete Días.
La compartimos con muchos otros compañeros de generación en este oficio, para quienes Javier fue un maestro. Uno muy importante y contundente en sus formaciones.
Muchos y muchas de ellas y ellos son ahora titulares de sus respectivos noticieros.
Javier deja un vacío enorme, en su familia y sus amigos, con mucho dolor. Pero también en los medios poblanos, en la radio poblana que nunca más volverá a ser igual.
Se va Javier López Días como el indiscutible Rey del Raiting, el Rey de la Radio. Se ve muy difícil que alguien pueda llenar sus zapatos.