- Pedro Rendón/ICM
- La Mtra. Sylvia Schmelkes señaló los logros del proyecto ‘Pautas para pensar en mi lengua’
Las universidades tienen una enorme responsabilidad con el sistema educativo, pues estando en la cúspide del mismo, no pueden limitarse a sus propios estudiantes y proyectos de investigación, dijo la maestra Sylvia Schmelkes del Valle, vicerrectora académica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en la presentación de resultados de la primera fase del proyecto de educación intercultural en Chiapas Pautas para pensar en mi lengua.
Aunque no son las únicas, las áreas educativas de las universidades son las que más tienen que decir, y Pautas para pensar en mi lengua -proyecto financiado por la Fundación Kellogg, en el que participan el Departamento de Educación de la IBERO y el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe)-, es un ejemplo “maravilloso” de cómo alimentar la parte curricular y de contenidos de la educación básica, nivel educativo del cual, en general, está separada la educación superior.
Al destacar los logros de este proyecto, Schmelkes resaltó que le pareció absolutamente fundamental llevar a los primeros niveles educativos de las poblaciones que menos se han beneficiado de la educación el espíritu del pensamiento crítico, habilidad superior de pensamiento que tiene como propósito lograr la educación, la cual es medida por el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) y en la que México ha tenido malos resultados.
Pensamiento crítico que es una de las habilidades que están en la base del aprender a aprender, es algo que genera la posibilidad de ser autónomos, de aprender de la vida si no se está en la escuela y también a ser ciudadanos activos y críticos que cuestionen a sus gobernantes.
Destacó también que el proyecto propiciara el aprendizaje -y su disfrute- haciendo uso de la curiosidad natural de los niños/as, quienes “cuando tienen la ocasión de explorar esta curiosidad natural son felices, están aprendiendo, disfrutando el aprendizaje”.
Asimismo, el proyecto “reivindica la lengua para el Conafe”, que desde hace años dejó la lengua indígena y trabajó en castellano, a pesar de que muchos de sus estudiantes son monolingües -hablantes de lenguas originarias-. Poner énfasis en la lengua originaria en este proyecto no representó únicamente conocerla mejor y resaltar su uso, sino reconocerla como una manera de conocer, de expresar los conocimientos y valores propios, y ser una forma de devolver el orgullo por la lengua y cultura propias.
De esta manera, el proyecto revierte el hecho de que históricamente la educación en México ha conducido a la desaparición de las lenguas indígenas, porque no las ha tomado en cuenta, valorado y usado. Además, la lectoescritura también forma parte de ‘Pautas para pensar en mi lengua’, pues las y los estudiantes están pudiendo escribir en su lengua materna (indígena); y esto pasa también con los Líderes para la Educación Comunitaria (LECs), quienes debieron aprender a escribir en su lengua originaria, porque seguramente nadie les enseñó.
El sustento pedagógico del proyecto es sumamente sólido, y tiene que ver con un aprendizaje evidencial, experiencial, basado en el disfrute, que responde a la curiosidad natural de los niños y que plantea a partir de ello desafíos graduados que los estudiantes van descubriendo y pudiendo atender.
En cuanto al aprendizaje esperado, el que haya una diversidad posible de caminos para llegar a objetivos comunes “me parece maravilloso”, es un principio pedagógico fundamental ahora que la diversidad se ha hecho más visible como resultado de la pandemia.
Otra base pedagógica clave fue dar protagonismo a los alumnos/as, lo que desarrolla el aprendizaje activo, y que se develó en la evaluación del proyecto, al dar cuenta que los niños se volvieron más participativos y creativos. Y si bien se pretendió la autonomía en los procesos de aprendizaje, éste también se logró de manera colaborativa. “Ese es el balance del aprendizaje que queremos. El aprendizaje es un proceso individual y tenemos que aprender a ser autónomos en su consecución, pero está mediado socialmente, y entonces la colaboración se hace fundamental”.
Aunque todos los niños aprenden por sí solos, porque aprenden de su entorno, de su relación con la naturaleza y de su relación con los demás, “no metaconocen eso que aprenden, no tienen oportunidad de objetivar que eso lo aprendieron y que lo aprendieron de determinada manera”.
Mas el proyecto les dio la posibilidad de metaconocer y de valorar lo que aprendieron y lo que sabían, como su lengua. “Entonces esa oportunidad de metaconocer a lo mejor valdría la pena que la tematizaran (los académicos que desarrollaron el proyecto), porque me parece un elemento clave de la propuesta pedagógica, y no está explicitada, aunque está ahí”.
Tomar en cuenta el contexto también fue importante para tener un aprendizaje significativo, relevante. El proyecto, de manera innovadora, permitió el diálogo de saberes, porque al partir del contexto reconoció los saberes que los niños traen consigo, que están en su comunidad, que están en su ambiente y, a partir de esos saberes, se pudieron emprender diálogos con saberes de otras culturas y con saberes propiamente escolares.
Schmelkes sugirió que este diálogo de saberes tendría que elevarse a nivel de principios, porque trata de hacer una ruptura a la hegemonía clásica del conocimiento occidental y de enriquecer el aprendizaje de todos a partir de tener otros conocimientos, dialogando con el aprendizaje occidental científico universal.
Por otra parte, la Maestra recordó que Pautas para pensar en mi lengua se hizo sobre la base de la vida natural, de la que los niños saben mucho; pero valdría la pena explorar, para aproximarse al aprendizaje de los niños/as indígenas, si se puede ampliar a otras áreas, por ejemplo, a las formas de gobernanza y de ejercer la democracia y la justicia en las comunidades indígenas, “pues son también un campo muy propicio a este diálogo de saberes”.
De los Líderes para la Educación Comunitaria (LECs), la Vicerrectora de la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México, consideró entendible que pidieran más formación, porque valoraron que se les dieran herramientas para lograr que su estudiantado tuviera aprendizajes significativos.
Y es esencial que el proyecto esté andamiado con materiales –como las cápsulas radioeducativas y otros escritos propuestos previo al surgimiento de la pandemia de COVID- porque se les deja a los LECs, capacitadores, tutores y a los niños, para que continúen aprendiendo y los compartan con su comunidad y sus familias.
Trascender fronteras
Schmelkes del Valle opinó que Pautas para pensar en mi lengua es un proyecto que ya está perfilado para ir más lejos. En principio, a trabajar con las otras lenguas originarias de Chiapas que se dejaron de lado por la pandemia –zoque, ch´ol y tojolabal- y, en la medida de lo posible, irse ampliando a las otras que son minoritarias.
En tanto que al haberse probado con todas y todos los LECs y estudiantes del Conafe indígena en Chiapas, el proyecto será mucho más fácil de replicar. Y es que la evaluación y la sistematización de experiencias permiten pensar en replicarlo a escala fuera de Chiapas y de México. “Me parece muy importante que ya se empiece a conocer este proyecto en otros países”, ya que resultaría sumamente útil para todas las naciones de América Latina que tienen población indígena.
Se trata de “empezar a hacer escuela, empezar a formar a otros, para que lo puedan ir desarrollando para sus propias culturas y para sus propias lenguas. No estoy diciendo que el equipo (de Pautas) lo tiene que hacer, sino que tiene que transferir la metodología para que otros lo puedan hacer”.
La Vicerrectora de la Universidad Iberoamericana no dejó pasar la oportunidad de reconocer que el proyecto pudiera transitar de una propuesta pedagógica presencial -planteada originalmente antes del COVID- a una a distancia, que se pensaba no podría llevarse a cabo en un lugar como los Altos de Chiapas, donde no hay tecnología, ni internet. Pero que las y los LECs hayan podido utilizar sus teléfonos para formarse a distancia, y después pudieran acompañar el proceso de aprendizaje de sus estudiantes durante algunos días y horas a la semana, “es un logro que muy pocas regiones en nuestro país han podido tener en pandemia”.