Al interior del PAN se desata una gran batalla para hacerse de Comité Estatal. Marco Cortés, el presiente nacional, parece haber sacado las manos del proceso para que sean los panistas poblanos quienes nombren a su dirigencia.
Sin duda quien encabeza esta batalla es Genoveva Huerta, quien tan segura está la actual presidenta del Comité Directivo Estatal del PAN en Puebla, de que el control que tiene de la burocracia partidista la llevará a ganar la elección para su permanencia en el cargo, que no utilizará el tema de los adeudos de cuotas como militante de su adversaria, Augusta Díaz de Rivera, para desactivarla en la mesa.
Efectivamente, la ex regidora y su compañero de fórmula, Marcos Castro Martínez, están en la lista de militantes deudores desde hace mucho tiempo y con una cantidad muy considerable.
También es cierto que los dos han intentado pagar de un solo golpe los 530 mil pesos que deben, sin éxito, por escollos financieros internos.
El Comité Estatal pretendió recibir y registrar el pago en efectivo, pero el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) advirtió que es imposible, de ese modo, porque estatutariamente sólo las tesorerías estatales pueden hacerlo.
Visto de otro modo, se trata de un problema de estatutos y de burocracia.
Efectivamente, ese brete en los procedimientos financieros internos de Acción Nacional pone en graves problemas a Augusta, quien es la carta del grupo de Eduardo Rivera Pérez para la dirigencia estatal.
Lo que parece increíble es la falta de visión y estrategia: cómo mandas a la guerra a soldados que incumplen con requisitos básicos como el pago de cuotas.
Ella y su compañero de fórmula se pueden hacer acreedores a una impugnación que los deje fuera de la contienda que deberá definirse a mediados de noviembre.
Sin embargo, para su buena suerte, no será materia de la competencia por la dirigencia, pues Genoveva Huerta y su equipo han decidido no utilizar este asunto para anularlos.
La razón es muy simple y está a la vista: no les concede ninguna posibilidad de triunfo en las urnas.
Los ve, de antemano, derrotados.
Efectivamente, Genoveva Huerta construyó en estos años un camino de ladrillos amarillos, sin baches, hacia la permanencia en el CDE, a través del control de la burocracia partidista.
Genoveva tiene los apoyos, yanto, que se da lujos como éste y ha decidido que quiere ver a sus adversarios en la competencia. Quiere el triunfo en la contienda real, incluso con el hecho de que Marco Cortés no cargará los dados a favor de ninguna fórmula, al menos así lo ha dejado ver a los militantes.
En su equipo la conclusión fue: “no vamos a impugnar, para que no lloren con que queremos ganar en la mesa”.
Algo así ocurrió ya, cuando el CEN determinó que solamente mujeres pueden aspirar a la presidencia del CDE.
De ahí que del equipo de Lalo Rivera Pérez tuvieron que buscar, primero, la posibilidad de que la diputada federal Ana Teresa Aranda encabezara esa cruzada.
Pero no pudo seguir, por su falta de cinco años efectivos de militancia, pues renunció para ser candidata independiente a la gubernatura.
Luego llegó Augusta y salió este tema. Pero será ignorado por Genoveva y sus huestes para no darles a sus contrincantes un elemento para martirizarse.
Para reclamar.
Para aducir un “triunfo moral”.
Así pues, todo entonces se definirá en las urnas, el próximo 14 de noviembre.
Por cierto Jorge Aguilar Chedraui anda presumiendo que va a ganarle a Eduardo Rivera la capital. ¿Tiene con qué? ¿El presidente municipal lo va a permitir? El duelo, sin duda, promete.