Jesús Alberto Cervantes Villegas (Veracruz, México. 1980)
Es Licenciado en Educación Primaria (CESER) y Lic. en Pedagogía con especialidad en Español (Universidad del Golfo), ha tomado diversos cursos, talleres y diplomados de actualización docente de forma presencial y en línea en diversas instituciones como el Tecnológico de Monterrey, INEE, Instituto Consorcio Clavijero, UNAM, Universidad de Cambridge, Universidad Pedagógica Veracruzana, ILCE, ICATVER. Está interesado desde hace varios años en la capacitación docente como estrategia de mejora. Ha escrito y publicado algunos cuentos cortos infantiles y artículos docentes. Actualmente es director de educación primaria en la zona estatal 059 y profesor de grupo en la zona 075 federal, en la ciudad y puerto de Veracruz.
¡Que vivan los 80!
Recuerdos de niñez me acompañan en mi mente
como un álbum de fotos que hojeo cotidianamente
-Jesús Alberto
Una de las épocas doradas en nuestro México lindo y querido son los ochentas, una década histórica marcada por diversos movimientos sociales, deportivos, económicos, internacionales y tristemente un terremoto que sacudió a la capital de nuestro país en 1985, demostrando al mundo entero el trabajo en conjunto y coordinación de los equipos de rescate con los pobladores, destacando la enorme determinación de los mexicanos de no echarnos para atrás en las peores circunstancias.
En mi mente está presente casi todo el tiempo una radiograbadora con casetera que reproducía los artistas preferidos de mi madre, tuve la fortuna de ser niño en un momento en donde el internet, los cds, celulares, pantallas planas no existían, los controles remotos para ciertos aparatos electrónicos empezaban a aparecer. Con nostalgia recuerdo la radiograbadora que trajo mi papá en un viaje laboral a La Paz, Baja California Sur con botones en tamaño grande, perillas de volumen y cambio de estación.
Mi madre gracias a este electrónico coleccionaba cassettes de afamados cantantes, los días, meses y años transcurrían en compañía de la mujer con más influencia en mi ser, mi señora madre, mujer joven, soñadora, enamorada de mi padre y esposa de la Armada de México. Fueron muchos puertos que acompañó a mi padre durante su servicio en la marina.
La jornada laboral comenzaba muy temprano para la familia, 7 am se presentaba mi padre portando su uniforme en la zona militar para las instrucciones del día, largas jornadas de trabajo al servicio de la patria que terminaban después de las 5 pm. Mi madre dedicada al hogar, una labor central en cada una de las familias, pocas veces reconocida, pero de muchos compromisos.
Su pasatiempo durante sus actividades domésticas el escuchar música reproduciendo diversos cassettes de artistas famosos los cuales fueron mis primeras influencias musicales: disimula, toda mía, de hombre a hombre, el amor acaba, lágrimas y otras más propiciaron sentimientos y una admiración hacia el príncipe de la canción José José.
Mi madre a menudo cambiaba de estación musical buscando sus éxitos favoritos, las radio estaciones no dejan de complacer a la audiencia con canciones populares: Melina, Algo de mí, del español Camilo Sesto, La maldita primavera, Hombres al borde de un ataque de la veracruzana Yuri, Querida, Tus ojos mexicanos lindos, bellos recuerdos del cantautor Juan Gabriel, Enamorada, Corazón de fresa de la diva Lucia Méndez, Palabra de honor, Yo que no vivo sin ti, del sol naciente Luis Miguel, Bella señora, La chica de humo de Emmanuel, y de reconocidos grupos como los Bukis, los Yonic´s, entre otros más marcaron a toda esa generación por medio de sus baladas cautivando a miles de enamorados.
Oriundos de un pequeño poblado cercano a la capital de Cuernavaca, Morelos, cierto día mis papás decidieron casarse y compartir una vida en matrimonio hasta que la muerte los separara. Manzanillo, Guaymas, Mazatlán, Salina Cruz y Veracruz son algunos de los puertos en donde convivieron y en algunos de ellos viví, a mi mente con frecuencia vienen imágenes de esos lugares que depositaron una semilla en mi alma, a través de los años y narraciones de mis padres revivía esos maravillosos años de crecimiento, aprendizaje y de incontables recuerdos que producen una revolución en mis pensamientos.
La antigua radiograbadora, la música de los 80, los uniformes de color blanco y azul que portaba mi padre, sus discursos y miradas que me compartía sobre la vida, mi amorosa madre cantando los éxitos del momento y mi inocente infancia son imágenes que van conmigo y han influenciado mi identidad.