Como Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el Dr. Saúl Cuautle Quechol, S. J., quería estar adelante de todo lo que estaba pasando en la educación en México en este momento particular de la contingencia, “quería ver a una universidad innovadora, una universidad disruptiva, sin perder evidentemente toda su esencia ignaciana”, dijo la Dra. Ana María Berruecos Vila, titular de la Dirección de Enseñanza y Aprendizaje Mediados por Tecnologías (DEAMeT).
Esencia ignaciana que la IBERO no podría perder, sostuvo Berruecos, porque San Ignacio -fundador de la Compañía de Jesús, a la cual se encuentra confiada la Universidad-, fue un hombre que estuvo siempre a la vanguardia y adelantado a sus tiempos; “y yo creo que Saúl esto lo veía y lo tenía claro, decir, no podemos seguir así, hay que hacer cosas para situar a esta Universidad a la vanguardia”.
La doctora recordó al Padre Saúl -maestro en Pedagogía y doctor en Educación- como “un entusiasta de integrar las tecnologías a la educación”. Él creía que en esta sociedad de la información y del conocimiento no se podía seguir sin integrar las tecnologías digitales a las aulas, convencido de que las y los estudiantes universitarios tenían que adquirir estas competencias que se les piden en el ámbito profesional y saberse mover en un mundo que ya convive con las tecnologías digitales.
El Rector vislumbraba para la IBERO unas aulas súper modernas, convencido de que se tenían que encontrar otros modelos para enseñar y otros modelos para aprender. Por eso, abogó e implementó poner tecnologías en las aulas, para cambiar las metodologías pedagógicas y, sobre todo, para cambiar la relación entre docentes y estudiantes.
Interesado por todo lo relativo a la educación a distancia digital, el doctor Cuautle Quechol preguntaba mucho sobre este tema a la directora de la DEAMeT, a quien también le pedía compartirle información. “De hecho, le hice varias presentaciones”.
Como ya se habían adquirido las tecnologías para los salones, pidió a Berruecos investigar su funcionamiento, con el fin de luego formar y capacitar a los docentes en el uso de esas tecnologías, pensando en un regreso inminente a los salones.
Respetuoso del trabajo de Ana María, siempre tuvo ganas de aprender de lo que ella le contaba sobre la educación a distancia digital; “quería aprender y quería hacer las cosas bien para la IBERO”.
Finalmente, Berruecos rememoró que desde el día en que se conocieron, en la Rectoría, hicieron clic cuando empezaron a conversar, “pues él era una persona que te escuchaba. De ahí empezó una relación cercana, yo así lo sentí”.
Y aunque siempre en temas laborales, el Padre Saúl le preguntaba a Berruecos, por qué esto, por qué lo otro; también tuvo ocasión de agradecerle a ella su sinceridad, y decirle: “Gracias por ser honesta, gracias por decirme las cosas como las piensas; porque eso es lo que yo necesito como Rector”.