Con ‘Águila mexicana, alas canadienses’, académico llega a la final del Festival de Cannes

 

Valentina González/ ICM

El Dr. Miguel Ángel Sánchez de Armas, académico del subsistema de comunicación estratégica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, se encuentra en la final del World Film Festival de Cannes por su documental Águila Mexicana, alas canadienses.

Esta pieza historiográfica, también finalista en el Couch Film Festival de Toronto, narra la historia de Luis Pérez Gómez, un joven de 21 años originario de Jalisco que fue el único piloto de origen mexicano que estuvo en el desembarco de Normandía, durante la Segunda Guerra Mundial, al frente de uno los aviones militares más avanzados de la época: un spitfire de la Real Fuerza Aérea Canadiense.

“Me parece valioso este ejemplo de que cuando alguien se propone algo no hay obstáculos. Nadie te puede impedir que cumplas un sueño siempre y cuando sea razonable, estés dispuesto a trabajar y a pagar el precio, cualquiera que éste sea. Nada nos lo impide, no tendríamos porque estar viéndonos al ombligo, sino ver hacia fuera. La historia de Luis es un caso ejemplar y con ese propósito hice el documental”, compartió Sánchez de Armas.

El director del documental recordó que hubo muchos mexicanos en Normandía durante el asalto a la llamada Fortaleza Europa, pero este joven tapatío fue el único que piloteaba un avión y ahí está lo fascinante de la historia. Luis Pérez Gómez siempre había querido ser piloto y entrar a la Fuerza Aérea Mexicana, pero no pudo; después intentó en la Fuerza Aérea de Estados Unidos, pero fue deportado. Finalmente, buscó la oportunidad en Canadá e ingresó al programa para entrenar pilotos para la defensa de Reino Unido.

“Los ingleses y la Mancomunidad británica tenían muchos aviones, pero no tripulaciones; por eso, la posibilidad de darse de alta como voluntario era mayor que en otros países. Pero Luis no hablaba inglés, no tenía dinero y no conocía a nadie en Canadá, era como si alguien me hubiera dicho ‘voy  a ir a la luna’”, compartió Sánchez de Armas, quien es periodista de formación y ha sido director de periódicos, radio y televisión.

El también investigador dijo que la tenacidad, determinación y carácter del jalisciense lo llevaron a aprender inglés en un breve tiempo, a inscribirse  en la Ottawa Technical Secondary School y pertenecer al programa de entrenamiento de pilotos.  De acuerdo con el expediente que se encuentra en el Archivo Nacional de Ottawa -al cual tuvo acceso Sánchez de Armas- Luis Pérez  fue un alumno ejemplar, extraordinario, con personalidad y carácter sobresalientes.

“Existen evidencias de que al mando de una nave tenía cualidades fuera de lo común. De que era un joven muy atractivo en el sentido de que aprendía rápidamente y todo mundo lo aceptaba, lo quería y lo incorporaba”.

De acuerdo con académico de la IBERO, de cada 100 aspirantes de la Mancomunidad británica  al mando de un spitfire sólo llegaban dos o tres, los demás se quedaban como bombarderos, en servicio de tierra o navegación,  copilotos o artilleros, “era una disciplina muy difícil y peculiar porque en un caza monoplaza británico va una sola persona al mando de una aeronave de alta especialidad, entonces tiene que reunir características muy peculiares, de habilidades y conocimiento”.

Cuando Luis recibe el caza se va a Inglaterra con su escuadrón –uno de los que más se distinguió a lo largo de la guerra-  y el 6 de junio es parte de una de las patrullas que abrió paso a las tropas canadienses que desembarcaron en la Playa de Juno, en Normandía, acto que es considerado como el principio del fin del imperio nazi.

Sánchez de Armas explicó que diez días después del desembarco, los alemanes interceptaron al escuadrón canadiense y el avión de Luis cayó cerca de un pueblo llamado Sassy, en Normandía. El cuerpo del mexicano fue recuperado y llevado a la iglesia de San Protasio.

Dos décadas de investigación

Miguel Ángel Sánchez de Armas, quien estudió Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y es  doctor en Comunicación y Cultura por la Universidad de Sevilla, reunió durante 20 años un archivo de datos sobre Luis  y sobre el contexto de un país en guerra. Hace cuatro años se enteró dónde estaba enterrado el cuerpo del piloto mexicano y decidió visitar el lugar para obtener más información.

Contó que cuando viajó a Sassy para visitar la tumba de Luis, puso una bandera de México y fue al ayuntamiento, en donde habló con la alcaldesa y obtuvo fotografías y recortes de periódicos de la ceremonia en la que se conmemoraron los 60 años de su muerte. Las autoridades del lugar decidieron cambiar el nombre de la plaza de Sassy por el de Luis Pérez Gómez. Esto se logró gracias a la gestión de quien fuera novia del joven.

“Regrese a México con mucho material. Después fui a Ottawa en donde conocí a Dave O’Malley, cronista e historiador aeronáutico, quien colabora en una asociación de historiadores, aviadores y pilotos que se dedican a restaurar naves clásicas  y me pude subir a un spitfire. Fui a una ceremonia de la Fuerza Aérea Canadiense y a los pilotos les sorprendió que un mexicano hubiera piloteado un avión en la Segunda Guerra Mundial”, dijo.

El discípulo de Manuel Buendía de quien, por cierto, trabaja en un documental en el que busca recuperar la figura del periodista, el compañero, el hombre solidario, el maestro, compartió que el nombre de Luis Pérez está inscrito en el Memorial del Recuerdo en el Parlamento de Canadá, en Ottawa, y en el muro de granito del Museo del Programa de Entrenamiento Aéreo de la Mancomunidad Británica en Brenton, Manitoba.

Es un héroe mexicano del que todos deberíamos sentirnos orgullosos y del que debemos recuperar su memoria”, expresó Sánchez de Armas.

Águila mexicana, alas canadienses  pertenece a una serie de tres documentales  que abordan la participación de mexicanos en la Segunda Guerra Mundial, “episodios que ya nadie recuerda pero que son ejemplares, que habla de lo que somos cuando nos proponemos algo. Episodios que tendríamos que recuperar porque no tenemos esta visión histórica”, señaló el académico.