- Valentina Zendejas Moheno, subdirectora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, participó en la mesa de diálogo ‘COVID-19, cuidados y género’
Valentina González/ICM
Uno de los pocos efectos positivos de la pandemia ha sido la visibilización de lo fundamental que resulta el trabajo de los cuidados, el cual representa una oportunidad única para intentar que los gobiernos cambien el rumbo y se empiecen a construir nuevos pactos sociales que pongan al centro el bienestar, el sostenimiento de la vida, los derechos humanos y la protección del planeta, lo cual que implica que los estados redefinan sus prioridades, señaló Valentina Zendejas Moheno, subdirectora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
Al participar en la mesa de diálogo COVID-19, cuidados y género, organizada por el Programa de Género e Incidencia de la IBERO y la Universitat Jaume I, la especialista en Políticas Públicas con Perspectiva de Género de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), dijo que si queremos salir de la pandemia, hay que hacerlo de forma diferente, construyendo y modificando los factores que generan esta inmensa desigualdad.
En ese sentido, la colaboradora de esta organización de la sociedad civil que trabaja en varios temas de la agenda de género añadió que uno de los cambios profundos que se necesitan para salir de las crisis es transformar la organización social de los cuidados y la división sexual del trabajo como elementos clave para desmantelar las desigualdades estructurales.
La especialista planteó que una de las soluciones probadas en países del norte global -con sistemas de protección social más construidos- es precisamente el diseño de sistemas integrales de cuidado.
Zendejas explicó que un sistema integral de cuidados es un conjunto de acciones políticas y privadas (instituciones públicas, mercado, sociedad civil y organizaciones comunitarias y hogares) que se desarrollan de forma articulada para garantizar el derecho a cuidar y ser cuidado en condiciones dignas.
Recordó que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha dicho que los sistemas integrales de cuidados, al no dejar a nadie atrás, pueden convertirse en el verdadero motor para la recuperación socioeconómica.
Los principios de un sistema de cuidados son:
- Reconocer el derecho a cuidar, a recibir cuidados, así como al tiempo propio.
- Corresponsabilidad social sobre los cuidados: Estado garante del derecho y rector.
- Cuidado como pilar del bienestar.
- Transformar la división sexual del trabajo: desfeminizar y masculinizar el cuidado.
- Desfamiliarizar y desmercantilizar el cuidado.
- Economía del cuidado.
Agregó que la pandemia ha evidenciado que el tema del cuidado ha explotado en los hogares, fundamentalmente para las mujeres porque se han cerrado los espacios de cuidado institucional como las escuelas, las estancias infantiles, residencias de adultos mayores, entre otros, lo que implica un mayor trabajo para ellas.
De acuerdo con la especialista, en el ámbito doméstico se ha concentrado como nunca antes el cuidado infantil, la educación formal para los niños y las niñas, la actividad de trabajo remunerado de las personas empleadas y el cuidado de personas enfermas.
“Esto ha implicado una sobrecarga de cuidados como no habíamos visto hace mucho. Y, sin embargo, no hemos visto mayor corresponsabilidad de los hombres en este cuidado; las mujeres son quienes realizan la mayor parte de este trabajo. El trabajo de cuidado remunerado es un sector feminizado, son muchas más mujeres que hombres quienes lo realizan, un sector del trabajo que no se valora como debiera”, dijo.
Por ejemplo, las mujeres que siguen trabajando en oficinas a distancia asumen también responsabilidades de cuidado. Ellas destinan mayor tiempo al cuidado de personas con enfermedades crónicas, así como de COVID-19, sin apoyo externo.
Asimismo, comentó que se ha registrado que alrededor de 2.5 millones de niñas no se inscribieron al presente curso escolar en México, entre otras razones, abandonaron la escuela para cuidar familiares. Además, las mujeres en pareja con hijos menores de seis años han experimentado un descenso mayor de participación en fuerza de trabajo.