· La ENCOVID-19, correspondientes a marzo de este año, reportó que 64% de los hogares aún declaró tener menos ingresos que antes de la pandemia
· Las mujeres siguen presentando tasas de desocupación considerablemente mayores (9.5% contra 5.8% en los hombres)
· El 36% de los hogares gastaron más de 10 mil pesos para atender síntomas del COVID-19 de sus integrantes
El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la IBERO presentó los resultados de la más reciente Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19), correspondiente a marzo de este año, en donde se observaron los efectos severos que ha dejado la pandemia en el bienestar de la población en términos de empleo, ingresos, salud mental y alimentación.
Durante la presentación de los resultados, la Dra. Graciela Teruel, directora del EQUIDE, señaló que aún no se toca fondo pues los efectos profundos de la pobreza seguirán aumentando a lo largo de este 2021, y que un foco rojo es la disminución en los niveles de seguridad alimentaria que indican que hay personas que no están comiendo.
“La pandemia ha afectado más a los hogares de menor nivel socioeconómico haciendo las brechas entre los que tienen y no aún más grandes. Asimismo, ha afectado más a las mujeres, además, los impactos en bienestar tendrán secuelas a mediano y largo plazo”, explicó.
De acuerdo con la encuesta, la recuperación en el ingreso de los hogares sigue rezagada respecto a la recuperación en el empleo, pues 64% de los hogares declaró tener menos ingresos que antes de la pandemia.
Asimismo, los hogares de menor nivel socioeconómico reportaron una mayor pérdida de ingresos, con 70%, respecto a los de mayor nivel socioeconómico (53%). La recuperación también ha sido desigual: mientras que sólo 4% de los hogares de bajo nivel socioeconómico reporta un mayor ingreso que antes de la pandemia, en los hogares de nivel socioeconómico alto este porcentaje fue de 12%.
Respecto al empleo, la ENCOVID-19 arrojó que 4.2 millones de personas se encontraban desocupadas (7.3% de la población económicamente activa), es decir, estaban desempleadas, las habían ‘descansado’ sin goce de sueldo o no podían salir a buscar trabajo por la pandemia.
Esto muestra una recuperación importante respecto a mayo del año previo, cuando 8.9 millones de personas estaban en dicha situación (15.5% de la PEA). La recuperación se ha dado particularmente en aquellos sectores que sufrieron los mayores aumentos en desocupación por la pandemia, particularmente en el sector informal, donde las tasas de desocupación bajaron gradualmente desde un máximo de 18.7% en mayo de 2020 a 8.1% en marzo de 2021.
Aún con esta recuperación, en marzo de 2021 había considerablemente más trabajadores desocupados en el sector informal (2.6 millones) que en el formal (1.6 millones). Las mujeres siguen presentando tasas de desocupación considerablemente mayores (9.5% contra 5.8% en los hombres), particularmente en el sector informal (11.1% contra 5.9% en hombres).
Disminución de la seguridad alimentaria
Un hallazgo preocupante ha sido la disminución en los niveles de seguridad alimentaria, acompañada por un alarmante aumento en los correspondientes a inseguridad alimentaria moderada y severa (hogares que no reportaron preocupaciones o dificultades para acceder a alimentos), al bajar de 33% en diciembre de 2020 a 27% en marzo de 2021.
“La seguridad alimentaria es un foco rojo pues tiene que ver con el porcentaje de personas que tiene acceso a una adecuada alimentación. La inseguridad severa es consistente, empezó con 12% y ha ido aumentando mes a mes hasta llegar al 17% en marzo (2021). Esto habla de personas que tienen hambre, que ven reducidos la calidad y cantidad de alimentos que consumen”, dijo Teruel.
La inseguridad alimentaria leve se mantuvo en niveles similares en diciembre 2020 y marzo de 2020 (36% en ambos periodos), la inseguridad moderada aumentó de 14% a 20%, y la severa de 16% a 17% en el mismo periodo.
Por su parte, Roberto Vélez, director del Centro Espinosa Yglesias, dijo que los datos sobre la seguridad alimentaria arrojan luz sobre el escenario que viene, pues cuando se presenta un problema de este tipo, aunque todo el hogar es afectado, la población que se encuentra en crecimiento biológico y desarrollo nutricional es más vulnerable.
“La ENCOVID-19 nos dice lo que nos puede esperar en un futuro sobre un nivel de vida biológico en la población afectada. Tenemos un costo que no se está observando, no tenemos una solución total, pero vamos a tener que pensar cómo se empezará a resolver este problema que se presentará en los próximo años”, añadió.
Gasto para la atención de COVID-19
En 26% de los hogares del país, al menos un integrante había presentado síntomas de SARS-CoV-2 (COVID-19). De las personas con síntomas más graves en el hogar, 15% requirió hospitalización.
El gasto de bolsillo, es decir, el dinero gastado por los hogares para atender los síntomas del COVID-19 de sus integrantes (pago de medicamentos, atención médica, oxígeno u otros insumos), representó un reto importante para los hogares: sólo 5% no realizó gasto alguno, 14% desembolsó menos de mil pesos, 45% pagó entre mil y 10 mil pesos, y 36% erogó más de 10 mil pesos.
Al verlo como proporción del ingreso anual total del hogar declarado por los informantes, 56% informó un gasto menor al 10% del ingreso anual del hogar; 27% gastó entre el 10 y el 50% del ingreso anual del hogar; y 17% reportó haber gastado más del 50% del ingreso total anual del hogar.
Los datos revelan mayores afectaciones para la población más vulnerable, pues el gasto en salud por COVID-19 como proporción del ingreso anual del hogar fue más elevado entre la población de menor nivel socioeconómico.
En cuanto a salud mental, 31% de la población presentó síntomas severos de ansiedad, siendo las mujeres y las personas de bajo nivel socioeconómico las más afectadas.
· Las mujeres siguen presentando tasas de desocupación considerablemente mayores (9.5% contra 5.8% en los hombres)
· El 36% de los hogares gastaron más de 10 mil pesos para atender síntomas del COVID-19 de sus integrantes
El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la IBERO presentó los resultados de la más reciente Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19), correspondiente a marzo de este año, en donde se observaron los efectos severos que ha dejado la pandemia en el bienestar de la población en términos de empleo, ingresos, salud mental y alimentación.
Durante la presentación de los resultados, la Dra. Graciela Teruel, directora del EQUIDE, señaló que aún no se toca fondo pues los efectos profundos de la pobreza seguirán aumentando a lo largo de este 2021, y que un foco rojo es la disminución en los niveles de seguridad alimentaria que indican que hay personas que no están comiendo.
“La pandemia ha afectado más a los hogares de menor nivel socioeconómico haciendo las brechas entre los que tienen y no aún más grandes. Asimismo, ha afectado más a las mujeres, además, los impactos en bienestar tendrán secuelas a mediano y largo plazo”, explicó.
De acuerdo con la encuesta, la recuperación en el ingreso de los hogares sigue rezagada respecto a la recuperación en el empleo, pues 64% de los hogares declaró tener menos ingresos que antes de la pandemia.
Asimismo, los hogares de menor nivel socioeconómico reportaron una mayor pérdida de ingresos, con 70%, respecto a los de mayor nivel socioeconómico (53%). La recuperación también ha sido desigual: mientras que sólo 4% de los hogares de bajo nivel socioeconómico reporta un mayor ingreso que antes de la pandemia, en los hogares de nivel socioeconómico alto este porcentaje fue de 12%.
Respecto al empleo, la ENCOVID-19 arrojó que 4.2 millones de personas se encontraban desocupadas (7.3% de la población económicamente activa), es decir, estaban desempleadas, las habían ‘descansado’ sin goce de sueldo o no podían salir a buscar trabajo por la pandemia.
Esto muestra una recuperación importante respecto a mayo del año previo, cuando 8.9 millones de personas estaban en dicha situación (15.5% de la PEA). La recuperación se ha dado particularmente en aquellos sectores que sufrieron los mayores aumentos en desocupación por la pandemia, particularmente en el sector informal, donde las tasas de desocupación bajaron gradualmente desde un máximo de 18.7% en mayo de 2020 a 8.1% en marzo de 2021.
Aún con esta recuperación, en marzo de 2021 había considerablemente más trabajadores desocupados en el sector informal (2.6 millones) que en el formal (1.6 millones). Las mujeres siguen presentando tasas de desocupación considerablemente mayores (9.5% contra 5.8% en los hombres), particularmente en el sector informal (11.1% contra 5.9% en hombres).
Disminución de la seguridad alimentaria
Un hallazgo preocupante ha sido la disminución en los niveles de seguridad alimentaria, acompañada por un alarmante aumento en los correspondientes a inseguridad alimentaria moderada y severa (hogares que no reportaron preocupaciones o dificultades para acceder a alimentos), al bajar de 33% en diciembre de 2020 a 27% en marzo de 2021.
“La seguridad alimentaria es un foco rojo pues tiene que ver con el porcentaje de personas que tiene acceso a una adecuada alimentación. La inseguridad severa es consistente, empezó con 12% y ha ido aumentando mes a mes hasta llegar al 17% en marzo (2021). Esto habla de personas que tienen hambre, que ven reducidos la calidad y cantidad de alimentos que consumen”, dijo Teruel.
La inseguridad alimentaria leve se mantuvo en niveles similares en diciembre 2020 y marzo de 2020 (36% en ambos periodos), la inseguridad moderada aumentó de 14% a 20%, y la severa de 16% a 17% en el mismo periodo.
Por su parte, Roberto Vélez, director del Centro Espinosa Yglesias, dijo que los datos sobre la seguridad alimentaria arrojan luz sobre el escenario que viene, pues cuando se presenta un problema de este tipo, aunque todo el hogar es afectado, la población que se encuentra en crecimiento biológico y desarrollo nutricional es más vulnerable.
“La ENCOVID-19 nos dice lo que nos puede esperar en un futuro sobre un nivel de vida biológico en la población afectada. Tenemos un costo que no se está observando, no tenemos una solución total, pero vamos a tener que pensar cómo se empezará a resolver este problema que se presentará en los próximo años”, añadió.
Gasto para la atención de COVID-19
En 26% de los hogares del país, al menos un integrante había presentado síntomas de SARS-CoV-2 (COVID-19). De las personas con síntomas más graves en el hogar, 15% requirió hospitalización.
El gasto de bolsillo, es decir, el dinero gastado por los hogares para atender los síntomas del COVID-19 de sus integrantes (pago de medicamentos, atención médica, oxígeno u otros insumos), representó un reto importante para los hogares: sólo 5% no realizó gasto alguno, 14% desembolsó menos de mil pesos, 45% pagó entre mil y 10 mil pesos, y 36% erogó más de 10 mil pesos.
Al verlo como proporción del ingreso anual total del hogar declarado por los informantes, 56% informó un gasto menor al 10% del ingreso anual del hogar; 27% gastó entre el 10 y el 50% del ingreso anual del hogar; y 17% reportó haber gastado más del 50% del ingreso total anual del hogar.
Los datos revelan mayores afectaciones para la población más vulnerable, pues el gasto en salud por COVID-19 como proporción del ingreso anual del hogar fue más elevado entre la población de menor nivel socioeconómico.
En cuanto a salud mental, 31% de la población presentó síntomas severos de ansiedad, siendo las mujeres y las personas de bajo nivel socioeconómico las más afectadas.